lunes, 18 de diciembre de 2017

00602 Las Frases Que Salen al Paso

RETOMAR UNA AFICIÓN

Ahora ya menos, pero hubo un tiempo en el que casi era una obsesión. No había bolsillo de pantalón, abrigo o chaqueta en la que no apareciera un trozo de papel con una frase de esas que salen al paso. Tampoco cartera que en lugar de billetes contuviera trozos de servilleta o de libreta con frases que escuchaba o leía en los sitios menos esperados. Cuando almacenaba unas cuantas hacía limpieza y las pasaba a una libreta que todavía aún conservo entre libros. Habitualmente se trataba de frases o sentencias anónimas y que me gustaba guardar para un por si acaso y que casi con toda seguridad nunca pronunciaría. En mi permanente inseguridad, el acopio de frases que me iba encontrando parecía que me dieran cierta solvencia. Ya ves.

Aunque la memoria nunca ha sido mi fuerte, todavía recuerdo dos de las primeras frases que recogí en la calle y que, si mi testa no me falla,  encabezan el largo listado de ellas de la mencionada libreta. Fue en las Ramblas barcelonesas. Fue en este universal paseo donde leí por primera vez, siendo todavía un imberbe, aquello de "Que paren el mundo que me apeo". Supongo que en ese momento no entendí muy bien el auténtico significado de la frase. Simplemente me gustó, al igual que la joven que vendía unas tablillas hechas a mano en las que se inscribían esta y otras frases de similar entonación. Caminé unos metros y otra frase me salió al paso. Estaba escrita en un cartón a los pies de un mendigo y decía lo siguiente: "Si la Navidad es Paz, hagamos de todos y cada uno de nuestros días una Navidad". Tal fue su impacto que desde aquel entonces y hasta nuestros días, la frase se ha convertido en mi sincera y sentida felicitación navideña.

Así fue como comencé a recoger frases que me han ido saliendo al paso. Frases recogidas en aseos, auténticos diarios de una época, en bancos, en paredes, cogidas al vuelo de alguna conversación en la que no estaba invitado, en mercadillos, estas son grandiosas, en puertas, en casas abandonadas... Y llegó un día en el que se me pasó la fiebre.

Recientemente estuve en Bilbao y en una salida  con mis hermanos a tomar potes por los bares del bocho vi unas frases que me encantaron, además de recordarme mi aparcada afición. Ahora es mucho más sencillo. Nada del romanticismo de la servilleta ni la pejiguera de ir con papelitos en los bolsillos. Solo hay que sacar el teléfono móvil, encuadrar y hacer la oportuna fotografía. Y pensé que sería interesante recuperar la afición perdida. Así que con estas tres frases doy por inaugurada de nuevo mi colección de frases que salen al paso, en su era digital.

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