EN SENA
Su visita me supo a poco. Excesivamente fugaz para retener en mis retinas los viejos oficios casi olvidados y que por un momento, parecían querer cobrar de nuevo vida. Cerca de cinco mil objetos dispuestos, limpios y aseados, como para ser utilizados después de un descanso. Los recuerdos que me trasladaban los objetos expuestos se iban amontonando en mi asombro ante tales redescubrimientos. La barbería cuyo sillón se utilizó para rasurar y también para sacar muelas, la escuela, la carpintería, la guarnicionería, la herrería, la sastrería, así hasta sumar 60 antiguos oficios y que nos hablan de un ayer no muy lejano. Objetos y piezas de un pasado que se niega a caer en el olvido.
El Museo de Oficios Antiguos de Los Monegros está ubicado en la antigua fonda y herrería de Sena y se constituye como un homenaje a los oficios históricos, sustentos de muchas familias. El promotor de este entrañable museo es Alejandro Campoy quien recogió la afición de Pedro, su padre, por las antigüedades iniciada en la década de los años 70 del pasado siglo. En el año 2000 era tal el número de piezas coleccionadas que la familia Campoy necesitó más espacio para albergarlas. Fue en ese momento cuando surgió la idea de rehabilitar la fonda y convertirla en un museo abierto al público. Sin ayuda exterior alguna y echando mano de su oficio como albañil, el 13 de junio de 2015, el sueño se hizo realidad.
Nada, absolutamente nada, pasa desapercibido en este centro de la memoria colectiva. Todo está perfectamente estudiado. De ello se han preocupado Alejandro y su padre. Todas las piezas tienen su importancia y todas están en su importante espacio, sacadas del olvido de anticuarios, graneros y pajares. Viejos oficios que se entremezclan con antiguas estancias y alcobas que recogen celosamente la vida de generaciones pasadas.
La visita me hizo recordar que nuestra actual sociedad, tan tecnológica y cambiante, y que abandona los objetos en un breve espacio de tiempo por obsoletos, debería fijar su mirada en este y parecidos museos, y recordar la relación e importancia que las herramientas tuvieron para los artesanos de la vida y su ocupación en forjar piezas únicas que ayudaron a sobre llevar los días. Y como no, con el agradecimiento a la familia Campoy, como así dejé escrito en el libro de visitas, por guardar semejante tesoro.
Un consejo, acudir a este museo en compañía, con gente con la que compartir memoria y el sueño hecho realidad de Alejandro y Pedro.
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