Guiso aprendido y heredado, con sabor a fiesta, reunión y a cocina vieja. Su olor no confunde, alimenta. Despacio, sin prisa, que el deleite también disfrute en su factura.
Presta ya la cazuela y el aceite. Con las primeras burbujas del dorado líquido y con el cordero salpimentado, lo doramos, que coja color, que se vaya haciendo a su próximo ambiente. Reservamos, que descanse del calor. En ese aceite burbujeante que se doren unos ajos; su presencia siempre es agradecida. Que pasen también los pimientos ya pelados y asados, y que hermanen un par de minutos con los ajos. Que vuelva el cordero a la cazuela y que asome un chorrito de vino blanco con un vaso de limpia agua. A tapar el condumio sobre un fuego bajo durante treinta minutos. Pasado este tiempo, y fuera ya del fuego, que respose, que se remansen cordero y pimientos. Para acompañar, unas patatas fritas, amarillas y crujientes.
Que comience la reunión y la fiesta aprendida de la tradición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario