Sí, soy un hombre pegado a un café americano. De hecho, en estos momentos me estoy tomando uno. La gente se sorprende cuando a la hora del aperitivo pido un café americano. ¿Ya has comido?, suele ser la habitual pregunta. ¿No te apetece más una cerveza? Sí, pero no me conviene. Me encanta la cerveza, pero la dejo solo para contadas ocasiones. Y si se trata después de cenar, ¿Y ya vas a poder dormir con semejante "perolo" de café? Sí, no me costará ni un Padrenuestro.
Es un poderoso estimulante, con gran efecto vasodilatador y parece tener un efecto preventivo en la aparición de enfermedades como la diabetes o algunos tipos de cáncer. Por si esto no fuera bastante, la cafeína mejora varios aspectos de la función cerebral, en los que se incluye la memoria, el ánimo, la vigilancia, los tiempos de reacción y la función cognitiva general. Aquí ya vamos mal. De memoria, la de un pez y del resto de beneficios, tampoco ando muy sobrado.
Otras bondades; mejora nuestro rendimiento físico, disminuye la posibilidad de sufrir enfermedades neurodegenerativas, protege el hígado de padecer cirrosis y combate la depresión, amén de otras cualidades.
No sé si todo esto será así. Ni siquiera me lo planteo. Me gusta el café antes de ser conocedor de los estudios científicos, y más el café americano. Me siento a gusto con él, con su particular sabor y con las cosas que nos decimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario