viernes, 29 de septiembre de 2017

00537 El Café Americano

BUENA COMPAÑÍA


Acabo de ver unas fotografías de nuestro reciente viaje familiar a Cerdeña y me he encontrado con unas imágenes en las que aparece un gran vaso de café. Se trata de un café americano, de gran americano, a tenor del tamaño. Supongo que nos haría gracia y por este motivo pasó a formar parte del álbum fotográfico de tan magnífico recuerdo.

Me he quedado mirando las instantáneas para intentar averiguar un imposible. ¿Cuántos cafés americanos habré podido tomar en mi vida? ¿De qué tamaño sería la piscina que pudiera recoger todos esos cafés? ¿En qué momento decidí que esta sería mi bebida de diaria y constante costumbre? Pues no tengo la menor idea. Supongo que serán varios miles de cafés americanos los que habré ingerido desde el momento en el que los descubrí, creo recordar, que en mi joven época bilbaína, siguiendo la costumbre de mi cuñada/hermana Ana, que siempre tenía un termo de café preparado

Sí, soy un hombre pegado a un café americano. De hecho, en estos momentos me estoy tomando uno. La gente se sorprende cuando a la hora del aperitivo pido un café americano. ¿Ya has comido?, suele ser la habitual pregunta. ¿No te apetece más una cerveza? Sí, pero no me conviene. Me encanta la cerveza, pero la dejo solo para contadas ocasiones. Y si se trata después de cenar, ¿Y ya vas a poder dormir con semejante "perolo" de café? Sí, no me costará ni un Padrenuestro.

Me aconsejan que reduzca la dosis. Ya lo intento, pero no hay manera. Solo me faltó leer un artículo que publicó mi amiga Maruxa en su facebook para ayudarme a dejarlo. Hablaba de las bonanzas del café, siempre claro está, tomándolo en correctas dosis. Entre otras cosas decía que,  según últimos estudios científicos publicados, "tomar tres tazas de café al día reduce el riesgo de muerte". No sé, no sé qué decir.

Es un poderoso estimulante, con gran efecto vasodilatador y parece tener un efecto preventivo en la aparición de enfermedades como la diabetes o algunos tipos de cáncer. Por si esto no fuera bastante, la cafeína mejora varios aspectos de la función cerebral, en los que se incluye la memoria, el ánimo, la vigilancia, los tiempos de reacción y la función cognitiva general. Aquí ya vamos mal. De memoria, la de un pez y del resto de beneficios, tampoco ando muy sobrado.

Otras bondades; mejora nuestro rendimiento físico, disminuye la posibilidad de sufrir enfermedades neurodegenerativas, protege el hígado de padecer cirrosis y combate la depresión, amén de otras cualidades.

No sé si todo esto será así. Ni siquiera me lo planteo. Me gusta el café antes de ser conocedor de los estudios científicos,  y más el café americano. Me siento a gusto con él, con su particular sabor y con las cosas que nos decimos.






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