COSAS DE HUMPHRY

De Humphry tengo un buen número de fotografías con momentos entrañables. De todas ellas, esta que traigo hasta este caleidoscopio vital, es mi favorita. No es la mejor fotografía, pero es la que cada vez que la observo, además de sacarme una sonrisa, me recuerda que a Humphry solo le falta hablar. Ya lo intenta. En ocasiones, cuando intuyo que está contrariado o molesto por algo, emite unos sonidos, una especie de balbuceo, que me gustaría saber interpretar. Con frecuencia, se queda mirándome fijamente a los ojos, sin pestañear. Lo que daría por saber qué pasa en ese instante por su cabeza. En casa es un bendito. No así en la calle, que saca el "macarra" que lleva dentro. Sus treinta kilos de peso, de momento, me han originado una lesión en el hombro derecho y el izquierdo comienza ya a dolerme. Mi relación con él es buena, aunque reconozco que hay días que me resulta insoportable. Aunque pienso que no es una cuestión suya, sino de mi capacidad de aguante. No sé. No entiendo de canes. Solo sé que es un buen perro y que me ha regalado momentos fantásticos como el de la imagen y su "empeño por conducir".
P.D. Para los que buscan tres pies al gato, en este caso al perro, el coche estaba perfectamente estacionado, con el motor apagado, sin las llaves de arranque puestas, con el freno de mano puesto y Humphry, sobre las rodillas de una sobrina con carnet de conducir.
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