CON QUÉ POCO NOS CONFORMAMOS
Unas sencillas y siempre deliciosas judías verdes pueden
convertirse, con tres retoques, en algo excepcional. Algo así debían pensar
nuestras abuelas y madres cuando sacaban a la mesa estas judías tiernas que
traigo hasta este caleidoscopio vital y que en muchos hogares se referían y
refieren como “judías de fiesta”.
Hace unos pocos días las preparamos para comer en casa. Y
claro, al verlas sobre la mesa, no pude dejar de recordar, una vez más, a mi
madre. Efectivamente, si veías a doña Engracia en la cocina preparando unas
judías verdes, acompañadas de unas patatas fritas cortadas a cuadraditos,
mayonesa y un sofrito de tomate, cebolla y pimiento verde, es que era fiesta o
alguien querido venía a comer a casa.
El otro día, mientras saboreaba los últimos bocados del
plato, pensé en las grandes lecciones recibidas y heredadas de madres y abuelas.
Y sonrío. “Judías de fiesta”, ya lo creo que sí. Con qué poco podemos llegar a
conformarnos y ser felices.
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