OTRO ROLLO
Hay algunos indicadores que te hacen ver que el tiempo no
pasa en balde. Flaquea la memoria y el interés por determinadas cosas, cada día
descubres en tu cuerpo un dolor nuevo, te vuelves más selectivo en el día a
día… Pero, sobre todo, son mis hijas quienes ponen de manifiesto esta realidad.
En casa siempre nos han gustado los aperitivos y las comidas
o cenas de capricho en el fin de semana. Es una forma, como otra cualquiera, de
romper con la monotonía. Hasta hace unos años, éramos nosotros los que
“improvisábamos el festivo menú”, con aquellas viandas o platos que sabíamos
les gustaban a las niñas. Ahora, son ellas las que proponen y ejecutan el
contenido de estos encuentros gastronómicos con, para nosotros sus
progenitores, nuevos sabores. Tanto Loreto como Jara tienen sus especialidades
para estos casos, que son, por otro lado, siempre bien recibidas y aplaudidas,
como no podía ser de otra manera.
Las patatas gajo que traigo hasta este caleidoscopio vital
son una aportación de Jara. Estas patatas las comí, mejor dicho, las medio
comí, hace algunos años en un establecimiento de comida rápida para acompañar
una hamburguesa. No me hicieron gracia alguna. Las encontré sosas, pastosas y
sin fundamento. Probé unas pocas y el resto se quedaron en el envase de cartón
que las contenía.
Pasó de aquello un tiempo, hasta que Jara propusiera hacer
un día unas patatas gajo para cenar un sábado en casa. No dije nada, pero el solo
recuerdo de aquella primera y única ocasión que las probé, no hacía presagiar nada
grato. Las probaré, pensé, diré que están riquísimas y hasta la próxima.
Jara se puso manos a la obra y en menos de treinta minutos
teníamos sobre la mesa una fuente repleta de patatas gajo que, de aspecto, nada
tenían que ver con las que yo recordaba. Y qué decir de su sabor y crujiente
textura… Otro rollo, como se dice ahora. Me puse las botas, como hago siempre
que Jara propone hacer patatas gajo, acompañadas de sus correspondientes
salsas.
Hasta estas pasadas Navidades, las hacía en el horno, pero
desde que los Reyes Magos nos trajeran una freidora de aire, Jara prefiere esta
última. Le gustan más, resulta más cómodo y quedan algo más crujientes.
Comparto las dos formas de hacer estas patatas: al horno y
en la freidora de aire.
Al horno:
Ingredientes para 4 comensales: 6 patatas, una cucharada de
pimentón, ½ cucharada de comino picado, una cucharada de orégano, una pizca de
tomillo, una pizca de ajo en polvo, una pizca de pimienta negra molida y dos
cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra.
En freidora de aire:
Mismos ingredientes que los mencionados con anterioridad.
Elaboración: Lavar las patatas, cortarlas a gajos y dejar en
remojo unos cinco minutos. Escurrir y secarlas con papel de cocina. Poner en un
bol todas las especias, junto con la sal, la pimienta y el ajo en polvo. Añadir
las dos cucharadas de aceite y remover todo. Incorporar los gajos de patata y
remover bien para que las patatas se impregnen de manera uniforme. Disponer los
gajos en la cesta de la freidora de aire, procurando que no se toquen los gajos
unos a otros. Programar la freidora a 180 grados centígrados durante 20
minutos. Transcurridos los diez primeros minutos remover los gajos de patata
para que se hagan de forma homogénea.
Las patatas gajo se pueden acompañar con alioli, salsa
barbacoa o salsa brava, por ejemplo.
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