lunes, 4 de abril de 2022

00961 Cualquier Cosa

 VENCER A LA TENTACIÓN


Si hay una pregunta, con su consabida respuesta,  a la que temo a la hora de la cena es la de ¿Qué te apetece cenar? Y como un resorte se responde: "Cualquier cosa".

Y es que el significado de "cualquier cosa" es muy amplio y variopinto. Puede ser una sencilla ensalada, una frugal tortilla "floja", un vaso de leche por aquello de no irte de vacío a la cama o un par de piezas de fruta. También "cualquier cosa" admite un sandwich de lo que sea, restos de la comida, -sigo en mis trece de no tirar ni un gramo de comida a la basura-, un bocadillo o unas tostadas de mantequilla y mermelada. Hasta aquí, más o menos bien. Aceptable. Pero no, el noventa y nueve por ciento de las ocasiones en las que se formula la citada pregunta y se responde "cualquier cosa", desconozco el mecanismo que se pone en marcha en la cabeza, acaba por salir a la mesa todo tipo de "pecados gastronómicos". 

Y es que mi experiencia sobre "cualquier cosa" para cenar va muy ligada al antojo imprevisto o al esperado capricho. Con lo fácil que es decir voy a cenar tal o cual cosa. No, y lo ves siempre venir. Hay que hacer como que improvisas, como que son las manos que, de forma aleatoria, van buscando alimentos perfectamente combinados, apetecibles y gustosos. Y es curioso, siempre acaban, las manos digo, cortando embutidos y quesos, acompañados del siempre atractivo y recurrente pan con tomate. Esto sucede en el mejor de los casos. Ya es para nota cuando después se presenta sobre la mesa, sin previo aviso, alguna que otra vianda más ya que estamos metidos en materia. Y claro que entra bien en el cuerpo y que se disfruta del momento, aún a sabiendas de que al día siguiente se presentará el arrepentimiento. Por eso, conviene tener siempre una respuesta exacta a la pregunta sobre "qué te apetece para cenar" y vencer así la tentación de pronunciar "cualquier cosa", que dejará vía libre a la imaginación. También digo que a veces la voluntad se torna muy frágil y se deja llevar. No se puede, y creo que tampoco se debe, estar luchando permanentemente contra la tentación. Sobre todo cuando se presenta de manera tan deliciosamente ingenua.  

 




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