Ya tenía ganas de volver a poner la mesa con la cuchara sobre el mantel. En los últimos meses, salvo días de excepción, la he echado en falta. Me encantan los platos de cuchara con su contundente sabor y mezclas casi prohibidas. Caldos, potajes, cocidos, fabadas, sopas... Todo en reposada elaboración y anhelado resultado.
Puchero de olor que todo lo ocupa. De puertas adentro los recuerdos de siempre y de puertas afuera, regalada aspiración al paso y de bienvenida a quien llega.
Tenía ganas de que llegaran los días de puchero, morcillas, pancetas, chorizos, huesos y remedios. Todo le va bien al humilde y socorrido puchero impaciente por salir de nuevo a escena.
Un puchero que no es un llanto, salvo el que traiga el placer al llantarlo.
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