En realidad, esta sabrosa propuesta viene un tanto forzada y siendo fiel a la filosofía de que "aquí no se tira nada". Me explicaré.
Hicimos hace unos días un buen y generoso plato de morros de cerdo con tomate; el tradicional, el aprendido de toda la vida, con tomate frito, ajo, cebolla, jamón, chorizo y un par de cayenas. Deliciosos. Comimos dos días consecutivos y lo que quedó del guiso lo guardamos en el frigorífico. En estos días elaboramos unos garbanzos con pimientos del piquillo y cuya sencilla receta ya está compartida en este blog. También quedaron y siguieron los mismos pasos que los morros.
Llegó el momento de abrir el frigorífico y contemplar con horror la cantidad de restos que se iban almacenando en recipientes de plástico. Así que como no había de todo para todos, reuní garbanzos y callos, mezclé, calenté y repartí. ¡Qué fantástico espectáculo de sabor! ¡Qué alegría y alborozo! Y musité, "bienvenido, otoño".
No hay comentarios:
Publicar un comentario