DE PECADO
Recientemente visité la localidad de Montesusín, un pueblo de colonización de Los Monegros oscenses de entrañable recuerdo para mí por quienes allí habitan: mi querida familiar de Montesusín, primos y tíos. Fui, junto con mis compañeros del grupo de "Amigos del Teatro y de la Poesía de Huesca" para representar unos sainetes de los Hermanos Álvarez Quintero. Velada fantástica, risas y como colofón, charla animada delante de una generosa merienda con los vecinos y mis tíos, Blanca y Antonio, y primos.
En la despedida, cuando ya iba a coger el coche de regreso a casa, mi primo Javier me preguntó si me gustaban los ajetes tiernos. No tuve casi tiempo de responderle, mi cara y mis ojos me habían delatado. ¡Ajetes tiernos y además, de la huerta de mis primos Javier y María Astón! A los pocos minutos, Javier se presentaba de nuevo ante mí con un hermoso y olororo "ramillete" de ajetes tiernos recién extraídos de la tierra y que tan buenas, ricas y placenteras cenas me han deparado. No se lo he dicho, pero estaban excepcionales y cada tortilla con ajetes que tomaba me acordaba de tan entrañable y bondadosa pareja.
Por cierto, que los ajetes son un superalimento que cuenta con un buen número de propiedades nutricionales y con beneficios para nuestra salud muy a tener en cuenta. Se dice que era un alimento muy apreciado por egipcios, griegos y romanos, además de ser para esas culturas una excelente medicina. Ya en la Edad Medio estaba considerado como un remedio y protector de las pestes y epidemias. No obstante, en el siglo XVII comenzó a tener detractores y solo era consumido por las clases bajas, ya que la alta sociedad y su "refinamiento" rechazaba su olor. De sus múltiples cualidades, destacar las diuréticas, depurativas, antisépticas y antibacterianas.
El ajete es la planta joven del ajo cuya máxima expresión se concentra entre los meses de abril y junio.
En esta ocasión, el mencionado ramillete lo comí solo en tortilla, si bien puede acompañar a un buen número de alimentos con los que compartir su sabor. En cuanto a la tortilla de ajetes tiernos, poco se puede decir. Limpiar bien los ajetes y cortarlos finamente. Sofreírlos ligeramente en un buen y comedido aceite de oliva virgen y añadir los huevos. Como dice un amigo, "de pecado, oigan, de pecado".
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