PERSEA AMERICANA
Confieso que a pesar de conocer su existencia, tardé muchos años en darle mi primer mordisco. Y no fue tal, ya que mi primera catadura fue a través del guacamole. Me encantó. Al principio, su aspecto, el del aguacate, no me inspiraba mucha confianza y cuando lo veía untado en pan se me removían las tripas. No le encontraba el aire.
En una ocasión, en una de esas conversaciones sin importancia que nos asaltan en algún tiempo muerto, alguien, casi sin venir a cuento, me empezó a hablar de las bondades de este peculiar fruto y de sus muchas propiedades beneficiosas para nuestro organismo. Que si era uno de los mejores alimentos que un deportista podía consumir. Que si era una buena fuente de ácidos grasos Omega 3. Que si era más rico en zinc y potasio que el plátano, y que mejoraba el sistema inmunológico gracias a su alto contenido de carotenoides, además de ser un buen aliado en la lucha contra la artrosis y el colesterol... Vamos, una auténtica panacéa de alimento. Me contó incluso que raro era el día que no consumía un aguacate, ya fuera en ensalada, untado en biscotes o a palo seco, si el fruto estaba en su punto.
Tanto me caló la disertación, que un día que me cogió de buen tono, decidí romper la barrera con el ignorado fruto. A sabiendas de su neutro sabor, me interesé por el modo de hacer guacamole. El hecho de que llevara cebolla, tomate, limón, cilantro, chile y sal, me hacía albergar alguna que otra garantía. Y sí, como he comentado al inicio, me encantó. Después probé con ensaladas: tomate, anchoas, cebolla y aguacate; cebolla, huevo duro y aguacate; canónigos y aguacate. Con el tiempo llegarían el sushi y otros preparativos culinarios que se han ido incorporando a mi dieta diaria hasta convertir al aguacate en un elemento habitual de mi colorista frutero. Eso sí, todavía no he conseguido comerlo simplemente untado en pan.
Gracias Fernando, por sus artículos disfruto muchísimo con ellos. Y los de alimentación lo describe tan fácilmente que aquí una negada de La Cocina se anima a probar de cocinar una de estas recetas tan deliciosas y con historia. Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias a tí, Montse, por tus amables palabras y por seguir este "caleidoscopio vital". Espero que podamos seguir disfrutándolo; yo escribiendo y tu, leyendo. Quedan muchas cosas por compartir y muchos sabores por disfrutar. Un abrazo
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