EL RETORNO DE LAS PRÍMULAS Y ALGO MÁS
Retornan el color y la vida transeúnte donde albergar una nueva esperanza. Estuvieron no hace mucho, apenas han pasado una primavera, cuatro vientos, algunas lluvias y la caricia de un sol que no hace daño. Fueron silentes confidentes de confesiones confusas, testigos pasajeros del dolor que deja el olvido, nata y frambuesa donde abandonar la impaciencia. Y aguantaron pacientes hasta que su ciclo vital les despojó de la última hoja, del último ornamento antes de ser una mirada de ausencia y recuerdo.
Ahora vuelven con fuerza, vigorosas y atentas, transcurrido un tiempo no sé si prudente. Regresan confiadas como quien vuelve a casa, al hogar de plácido mirar y días recurrentes. Parece que nada ha cambiado y nada ya es igual. Todo sigue en su sitio, sí, pero ya nada es igual. Ellas lo saben, lo notan en la voz de los pensamientos, en los gestos contenidos de un resurgir inesperado. En la mirada agradecida ante tan diminuta belleza que se hace grande cuando se rompen los silencios.
Retornan unas prímulas que anuncian primavera a un paisaje en espera y con un aliento que huele a vida retornada que parecía ya acabada.
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