Me he vuelto a encontrar en la misma tesitura. Tras dos cafés, tres cigarrillos y media docena de visionados a las fotografías, seguía sin hallar el inicio de la madeja con la que tejer media docena de sensaciones en torno a la Pulchra Leonina. A punto de dar al traste con el propósito que me había marcado para este día, me he dado cuenta de que lo tenía delante de mis ojos y en el recuerdo imborrable de mi, lamentablemente, corta visita y que no son otra cosa que las sensaciones que después de casi un año mantengo de manera excepcional.
Tras cruzar la Puerta del Sarmental del edificio gótico de estilo francés construido en el siglo XIII sobre las ruinas de unos antiguos baños de origen romano, me sentí pequeño, muy pequeño, y extremadamente inquieto. Había tanto que ver, aprender, atender, entender, asombrar y disfrutar, que cada minuto era un apreciado tesoro. A pesar del buen número de visitantes que por allí pululábamos, el silencio se mostraba agradecido y era de agradecer. Ayudado de una audio guía inicié mi lento y medido caminar entre coloridas vidrieras, gloriosos rosetones e imágenes reconocidas de algún libro escolar. "El levantamiento de la actual catedral comenzó en el año 1205, aunque los problemas económicos que se atravesaban por aquel entonces obligaron a paralizar las obras. Finalmente, en 1255 se reanudaron bajo el patrocinio del obispo Martín Fernández, con el apoyo del rey Alfonso X el Sabio".
La voz de la audio guía me iba marcando un recorrido al que mi vista hacía caso omiso. Por más que intentaba prestar atención, mis ojos se sentían atraídos por la luz que se filtraba a través de las coloristas y mágicas vidrieras. Me sentía cuan campesino medieval al entrar por primera vez en tan magno edificio, maravillado de las tintineantes luces de intensos colores que inundaban toda la imponente estancia. "Los edificios del gótico clásico aspiran a la verticalidad, pero sobre todo a crear un ambiente de cromatismo y luz interior que sugieran el divino ambiente de la Jerusalén Celestial". Aunque muy restauradas, las vidrieras de la catedral de León forman uno de los conjuntos medievales más importe y mejor conservado del mundo. "Las de origen gótico se fechan entre los siglos XIII y XV y ocupan, sobre todo, la parte alta, realizadas en pequeños trozos de cristal compuestos y emplomados". "Otras son renacentistas, de la primera mitad del siglo XVI y finalmente están las vidrieras neogóticas de finales del XIX, realizadas por Juan Bautista Lázaro que son difíciles de distinguir a simple vista de las originales al seguir técnicas constructivas medievales"
Entre pensamientos, imaginaciones y asombros continué el itinerario que me iba marcando la audio guía, disfrutando cada vez más de los colores armónicos que desprendían las 125 vidrieras que inundaban de luz las tres naves, el crucero, el coro y el deambulatorio y que le habían hecho ganarse el apodo de Casa de la Luz. "En el Altar Mayor se alza el retablo obra de Nicolás Francés, elaborado a mitad del siglo XV, una mezcla de estilo gótico internacional y gótico flamenco donde se representa la vida de San Froilán, el traslado del cuerpo de Santiago mediante un carro de bueyes y la presentación de la Virgen María en el Templo. A los pies del retablo se puede ver un relicario de plata con las reliquias de San Froilán. La catedral de León cuenta con el coro de sillería más antiguo de España. Está tallado en madera de nogal por artistas flamencos en el siglo XV. Posee un nutrido grupo de imágenes grabadas relacionadas con personajes del Antiguo Testamento"
Cuando acabé la rápida visita por la Casa de la Luz, por la Pulchra Leonina, por la Catedral de León, dije a mis acompañantes que si viviera en esta hermosa ciudad, mucho de mi tiempo libre lo dedicaría a dejarme seducir, todavía más, por la majestuosidad de esta obra y recogerme en la fascinante luz de sus vidrieras.
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