viernes, 3 de febrero de 2017

00428 El Flan de Leche Condensada

CON MODERACIÓN


Hace unos días salió en casa a colación lo deliciosa que es la leche condensada. Siempre he considerado que es de esos preparados alimenticios que nunca, por tentadores, se deben tener en la despensa ni siquiera para un por si acaso. Ademas, nunca llegan a  cumplir el objetivo para el que fueron en un principio adquiridos. Pero esto lo dejaremos para otra ocasión.

El caso es que mientras hablábamos de los pros y contras de tan dulce leche, recordé un flan que hacía mi madre con leche condensada y coco rallado. A mí los flanes, ni fu ni fa, pero el que hacía mi madre, y que por cierto, nunca más he vuelto a probar, me volvía loco. Me chiflaba la elaboración y más todavía, rebañar con una cucharilla los restos de leche que se quedaban en la lata. De repente, me entraron unas ganas incontenibles de recuperar aquel sabor de infancia y adolescencia. Animado también por la mirada provocativa de una de mis hijas, me lancé a la calle en busca de los ingredientes. Sabedor de que en casa el coco solo me gusta a mí, pensé en hacer dos flanes; uno con coco y otro solo de leche condensada. Por fortuna no encontré coco rallado y elaboré en favor de mi salud solo un flan. Al final se entenderá esta última frase.

Cogí la libreta de los "Sabores de mi madre" y seguí al pie de la letra las instrucciones para hacer un "Flan de coco y leche condensada", sin coco.

Ingredientes: 500 gramos de leche condensada, medio litro de leche entera, 4 huevos y 4 cucharadas de azúcar para el caramelo.

Elaboración: Batimos a mano en un cuenco la leche entera, los huevos y  la leche condensada. A continuación, hacemos un caramelo ligero con las cuatro cucharadas de azúcar y un par de cucharadas de agua y cubrimos con él la base de la flanera o recipiente. Incorporamos cuidadosamente a la flanera la masa cremosa que hemos batido con anterioridad. Por último, colocamos la flanera en una bandeja con agua, que llegue hacia la mitad del recipiente, y horneamos a 150ºC por espacio de aproximadamente una hora. Pasado este tiempo nos cercioramos de que el flan está bien cuajado antes de sacarlo del horno. Retiramos y dejamos enfriar. Una vez frío le damos la vuelta para desmoldar.

Salió como tenía que salir, bien. No tiene más misterio. Sin embargo, no tuvo mucha aceptación en el seno de mi unidad familiar. Así es que aquí estoy cada tarde, y desde hace cinco, tomándome para merendar dos porciones del dulce flan. Me queda solo ya una última entrega. Si lo llego a saber, directamente hago el flan de coco que es el que me apetecía tomar. Menos mal que no me vine arriba e hice los dos previstos. La recuperación del sabor de infancia y juventud, del "Flan de Coco y leche condensada", se pospone para nuevo arrebato, sine die,  y  toda vez que haya quemado todo el azúcar que me sale por las orejas y que tanto enfadado ha provocado a mis encías y piezas dentales. Pero aún así, me gusta.












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