La artesanía, arte hecho con las manos, siempre ha ocupado un lugar importante en mi listado de preferencias. La experiencia me dice que cuando vemos algún elemento u objeto artesanal, en la mayoría de las ocasiones nos quedamos con la forma, con el resultado final, que nos puede gustar o ser indiferente, y sin apreciar o darle escaso valor al proceso creativo. Y es que tan solo en contadas ocasiones tenemos la oportunidad de dialogar con el artesano para saber de las horas invertidas, de la complejidad de su manufactura o cómo llegó a su aprendizaje y conocimiento.
En estos días que vivimos de tanta superficialidad y premura, de tanta rapidez por llegar al acabado y entrar en la guerra de mercados, bueno es detenernos a contemplar y dialogar con el artesano que se cruza en nuestro camino. Nos encontraremos con gratas e inesperadas sorpresas. Con atractivas historias y casi únicas que nos hablarán del abandono de la ciudad cuando más arriba se estaba del mal llamado "éxito profesional" y de la necesidad de buscar una nueva forma de vida en algún recóndito y pequeño lugar. De querer mantener la casa familiar y recuperar el viejo oficio de su bisabuelo en un pueblo en el que solo hay vida, y no mucha, para el verano. De huir de algo o alguien que no viene al caso. Aprenderemos que, de momento, no encontraba otra salida. Nos dirán también, seguro, que era el sueño de su vida y que no la entendería ahora de otra manera. Llegado este punto descubrimos palabras que olvidamos por su poco uso o por la torpeza de no llevar un papel y un bolígrafo: escofina, serones, esportones, rueca, mundillo, bolillo...
La artesanía, para muchas personas, es un término a caballo entre el diseño y el arte. Para otras, es una continuación, un punto y seguido a los oficios tradicionales. Hay incluso quien piensa, y aquí me ubico yo, que es un reconocimiento a la forma de vivir de nuestros antepasados. En aquella cotidianidad, cada pieza, cada objeto tenía su razón de ser, su tiempo y su reposo. Nada, en este caso, era fruto de la casualidad. Y casi todo estaba hecho a mano. Elaborado con la sencillez y la vista puesta en el hoy y en la necesidad, porque el mañana igual no llegaba.
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