EL GANSO DE ANDAR POR CASA
En cada traslado se han ido quedando por el camino, o mejor dicho, descansan en cajas, un buen número de objetos decorativos que, en su momento tuvieron su razón de estar y que por algún motivo u otro, han desaparecido de nuestras vistas y acompañamiento diario. Otros, siguen cumpliendo su papel de apego en nuestras vidas. De estos, hay uno, el más veterano, que vino de la mano de Gloria y que trajo con unos pocos enseres más de su casa familiar. Se trata de un ganso que alguien le regaló y que como digo, ha sobrevivido a cuatro traslados, dos niñas, un perro y a algún que otro trompazo. Muestra de ello, el despintado que se observa en su pico. Siempre que se cae, lo primero que toca el suelo es el pico. Muchas veces estoy tentado en darle unas pinceladas, pero luego me arrepiento. Que también se note en él los años cumplidos.
Siempre ha estado colocado en algún lugar del salón curioseando nuestras vidas. No se ha perdido un festejo, ni una de nuestras lágrimas, ni el más mínimo de nuestros problemas. Es el que más sabe acerca de nosotros. Afortunadamente, no habla. Solo mira. Eso sí, muy atento.
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