CULO VEO, CULO QUIERO
Con mis amigos del grupo de teatro, hemos institucionalizado almorzar cada dos miércoles. Para mí, lo de almorzar es una novedad, pues desde que trabajara en Correos hace casi cincuenta años, había perdido tal costumbre. Ya he comentado en alguna ocasión, que por las mañanas me alimento de cafés americanos.
El caso es que alguien propuso recientemente que deberíamos juntarnos para almorzar una vez a la semana en un bar próximo a nuestro lugar de ensayo. Se trata de un establecimiento muy concurrido, con una carta de almuerzos muy amplia y tradicional y, para los tiempos que corren, muy bien de precio: 9 euros con bebida y café. Además, la amabilidad de los propietarios es su santo y seña, cosa que también, para los tiempos en los que vivimos, es un dato a tener en cuenta. De momento, quedamos cada 15 días. Tampoco conviene venirse muy arriba.
El primer día, los cinco que acudimos a la cita coincidimos en la propuesta: unas manitas de cerdo deshuesadas a la plancha, con huevo frito y patatas panaderas. Un auténtico escándalo de plato. Estaban deliciosas. En la segunda convocatoria, y de momento última, tres de mis compañeros repitieron manitas, mientras que el cuarto y yo, decidimos probar otros horizontes, inclinándonos por unos callos, de los que habíamos oído hablar francamente bien. Justo en el instante que solicitábamos al camarero nuestras respectivas apetencias alimenticias, vi pasar a mi lado unos callos con un huevo frito encima. Miré a mi compañero de gustos y sin mediar palabra, nos lo dijimos todo con la mirada, pedimos que nos pusieran también un huevo frito, por aquello de "culo veo, culo quiero", y porque tenían los callos con el huevo una pinta fenomenal. Es más, en la espera a que nos sirvieran, vimos pasar varias cazuelas de callos y todas iban provistas de huevo.
El resultado no pudo ser más óptimo. Los callos estaban deliciosos y la suma del huevo frito, todo un acierto. Para mí fue una novedad que no cayó en saco roto, máxime cuando últimamente acompaño a muchos platos con un huevo frito. Hasta ahora nunca ha molestado. Y sí, esos callos estaban para nota y recuerdo.
Por cierto, creo que le voy a coger gusto a esto de los almuerzos.
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