lunes, 30 de diciembre de 2024

01569 Hay Despertares

 HOY ES DOMINGO


Hay despertares de amplio e incontrolado bostezo, de difícil acomodo horario. Hay días en los que bajar de la cama da vértigo, y no hacerlo, una decisión inútil. Hay despertares que buscan respuesta y otros que formulan preguntas. Y hay despertares de inesperada calidez.

Hoy ha sido un despertar cálido y dulce. Primero ha llegado el beso. Después, un trozo de tarta de brownie y queso elaborada por mi hija Jara.

Hay despertares a los que cuesta ponerles palabras; solo hay que disfrutarlos. Y además, es domingo.


01568 Paisajes Escritos (3)

 APACIBLE MIRADA


Se adivina la vida bajo las piedras calmas,
que hacen camino en la apacible mirada.

Óleo sobre lienzo de Fernando Herce.
Texto de Antonio Herce
Exposición: Paisajes Escritos. Huesca, junio de 2015


01567 Una Nube por Montera

 DICEN QUE TODO ES POSIBLE


Se colocó una nube por montera
en una mañana de azules y malvas.

Despertó a su eterna quimera
y acariciando sus alas,
le susurró al oído la palabra certera,
a la espera de que el aire se la llevara en volandas.

Pasaron años de paciente espera.
Regresó el sueño bañado en sudores de aguas.
Lamió sus raíces y la planta entera.

Agua y sudor, con sabor a sal costera,
                                                                                    llegaron del mar soñado hasta la pequeña ladera
                                                                                    en la que aguardaba un árbol con nube por montera. 
                                                                                    



01566 La Ensaladilla Rusa con Lechuga

 Y APAÑADO


En casa, nuestra afición por la ensaladilla rusa no tiene límites. En la entrada de este caleidoscopio vital número 00777 ya le rendí mi merecido tributo. Aunque habitualmente los ingredientes utilizados para su elaboración atienden a los gustos y "disgustos" de todos y cada uno de los miembros de la familia, hemos hecho tentativas de mil maneras. A mí, particularmente, me gusta de cualquier manera, salvo que sus ingredientes sean congelados.

El caso es que cuando la preparamos en casa, hacemos para un regimiento y nos acompaña en la mesa un día y hasta tres de forma generosa. Bien es cierto, que el tercer día los platos ya no presentan tanta magnanimidad. Es entonces cuando entra en acción la fresca lechuga. Aparte de que la combinación es magnífica, el plato parece otra cosa, además de disimular la carestía de tan típico, popular y delicioso alimento. Incluso en alguna ocasión, según se antoje, reclamo la lechuga ya en el primer día y lo que en teoría es un apaño, se convierte en un verdadero y fresco platazo.


01565 La Morcilla con Pimientos Asados

 LA HUMILDAD HECHA PLATO


Aunque los dos ingredientes básicos de este apetitoso plato, morcilla aragonesa y pimientos asados, los consumo durante todo el año, recurro a ellos con más frecuencia durante la época invernal. No sé, se me antoja una propuesta de recogimiento, de compartir calor y mesa junto a un buen vaso de vino tinto y de disfrutar de alimentos que me han acompañado durante toda la vida. 

La morcilla aragonesa, elaborada básicamente a base de sangre de cerdo, arroz, piñones y especias, liga a la perfección con los pimientos. Aunque se trate de dos sabores bien distintos, su mezcla es potente y deliciosa. Me viene ahora a la cabeza unos pimientos rellenos de morcilla que probé hace unos años y que pasaron a formar parte de este caleidoscopio vital. Están recogidos en la entrada número 00243 de este blog. Dos propuestas bien distintas para los mismos protagonistas.

Este plato me gusta sacarlo a la mesa como entrante y a modo de anticipo de todo lo bueno que está por llegar. No tiene complicación alguna, salvo el tiempo empleado en asar los pimientos. Es tan sencillo como cortar la morcilla en generosas rodajas y freír ligeramente en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra. Una vez asados los pimientos, se pelan, se cortar a tiras y finalmente se sazonan. Solo restará reunir a los dos protagonistas en una sartén y freír hasta que la morcilla se acabe de hacer. No se le puede pedir más a la humildad hecha plato.





01564 Déjala Entrar

NAVIDAD


Déjala entrar. No te ocupes de las ausencias. Solo recuérdalas. Enciende una luz por cada una de ellas y reconforta tu ánimo con todo cuanto fueron y significaron en tu vida. Déjala entrar. Por ti, por ellos, por todos a cuantos solo con escuchar su nombre, se les iluminan los ojos. Vamos, déjala entrar, aunque solo sea por quienes un día también te recordarán y a quienes alguien les dirá, abrid la puerta y dejadla entrar, que ya llega la Navidad. 




01563 El Pastrami

LLEGÓ PARA QUEDARSE


Han tenido que pasar 67 años, que son los que amontono, para probar tan delicioso alimento: el pastrami. Fue por casualidad en un desayuno improvisado. Por los establecimientos hosteleros que he acostumbrado a frecuentar, nunca hasta ese entonces reciente, me había sido ofrecido. Lo conocía de oídas y de haber leído algo sobre él, pero jamás lo había catado. 

Ese día de estreno, recuerdo aquel bocadillo de pastrami como algo excepcional. Servido en pan de cristal, el primer mordisco dado me pareció un auténtico espectáculo de sabor y frescura. Nada desentonaba al acompañamiento de esta suculenta carne ahumada para mí desconocida. Todo sumaba: los avinagrados pepinillos, la fresca lechuga, la mayonesa, la mostaza y algún otro ingrediente que no llegué a reconocer. En otro momento hubiese preguntado de qué se trataba, pero el establecimiento estaba a rebosar y no me pareció oportuno meter más presión a la que ya se respiraba en el ambiente.

No tardamos mucho tiempo en volver a probarlo, pero esta vez en casa, aprovechando su nada habitual presencia en uno de los supermercados donde acostumbramos a comprar en nuestro día a día. Fue para cenar un sábado. Aunque me recordó en algo a aquel que tan inolvidable recuerdo me dejó, tenía alguna que otra carencia. Por ejemplo, el pan de cristal que compramos era como una broma. De cristal solo tenía el nombre adjudicado. Y en cuanto a los ingredientes, eché en falta algo. Quizás aquello que no me atreví a preguntar. Pero vamos, como no se trataba de competición alguna, el bocadillo casero de pastrami fue más que notable. Conclusión: el pastrami, aunque tarde, ha llegado a mi vida para quedarse.

El pastrami es carne de vacuno sometida a un curado en salmuera y posterior ahumado en caliente, que se corta y consume en finas rodajas. Pese a su extensa fama en Estados Unidos, tiene un origen judío en Rumanía, cuando buscaban una técnica de conservación de la carne. De hecho, el pastrami se podría considerar parte del embutido rumano. Con la emigración europea a Estados Unidos a finales del siglo XIX, se popularizaría este ingrediente gracias a los judíos rumanos asentados en Nueva York. No en vano, en esta ciudad se puede disfrutar el famoso sándwich de pastrami en Katz's, el restaurante donde se rodó una de las escenas de la película "Cuando Harry encontró a Sally".

Cómo hacer un sándwich de pastrami básico. Ingredientes: 2 rebanadas de pan de molde, 150 gramos de pastrami, mostaza, mayonesa, algún tipo de lechuga y pepinillos en lonchas. Elaboración: Untar una rebanada de pan con mostaza y cubrir con láminas de pepinillo. A continuación, colocar el pastrami doblando las lonchas. Añadir la lechuga. Cerrar el sándwich con una rebanada de pan untada en mayonesa.









01562 Al Haya Centenaria

SELVA DE OZA


Antes de que caiga en el olvido necesario

y sea tan solo un hermoso y efímero recuerdo.

Antes de que el sueño busque su acomodo,

sin bostezo y sin cansancio,

en la quietud y silencio del invierno.

Antes de que me desnude para recibir a la vida venidera.

Antes de que sirva de sustento y cobijo al frío algodón norteño.

Y antes,

justo antes, de que se cierre la valija de los atesorados colores,

quiero dejar constancia de mi existencia,

de lo que he sido y necesito seguir siendo. 


01561 Los Rigatoni a la Carbonara

 NUMBER ONE


La cosa, como tantas otras veces, va de antojo. Me he levantado con la "necesidad" de tomar pasta a la carbonara. Habitualmente, son los espaguetis quienes dominan este delicioso plato nacido en Roma. Hace muchos años que aprendí a cocinarlos, si bien no fue hasta un viaje a Italia, cuando conocí la receta original y que tanto me sorprendió. Me explicaré. 

Los espaguetis a la carbonara que hasta entonces venía cocinando, además de huevo y queso, contenían beicon y nata para cocinar. Me parecía, y me sigue pareciendo, un plato brutal. Pero, como he mencionado con anterioridad, en ese viaje al país de la bota, supe del sabor y de los "errores" que venía cometiendo al respecto, según la receta original. Básicamente, no llevan nata y en lugar de beicon, se preparan con guanciale, una chacina italiana preparada con los carrillos del cerdo, que se frotan con sal y pimienta negra, y se dejan curar durante tres semanas. 

En esos días de nuestro viaje familiar por Italia, recalamos en la bellísima localidad de Orvieto, un municipio de la provincia de Terni, en la región de Umbría. Tras recorrer sus calles y "enamorarnos" de todo cuanto salía a nuestro paso, llegó la hora de la cena. Habíamos comido frugalmente y el apetito llamaba a nuestros estómagos. Bueno, es una forma de hablar, ya que en nuestro periplo italiano, no perdonamos ni una sola de las comidas. Todo apetecía y a cualquier hora. 

Accedimos a un  pequeño y acogedor restaurante, atendido por dos personas entradas ya en años. A través de una pequeña ventanilla se veía a una señora trajinar en la cocina, mientras el señor atendía las necesidades de la media docena de mesas de las que disponía el restaurante. Yo no tenía muy claro qué me apetecía cenar, hasta que leí en la carta "Espaguetis carbonara NUMBER ONE". Mis ojos ya no quisieron indagar más. Lo de espaguetis carbonara ya me estaba bien, pero lo de NUMBER ONE me llegó al alma. El plato era descomunal y el aspecto prometedor, aunque se me antojaba que no eran tal y como yo los elaboraba. El primer bocado me introdujo en la exquisitez del cocinado y entendí el apelativo de NÚMERO UNO. En la vida había probado cosa igual.

Como quiera que en ese momento no había mas que dos mesas ocupadas, llegados a los postres, me atreví a interrogar al amable señor sobre el fabuloso plato que acababa de disfrutar. Entre los conocimientos de italiano de mi hija Jara, tras un año de Erasmus en Rímini, y algo de español que sabía mi interlocutor, conseguí hacerme con la esencia original de este "platazo" NUMBER ONE. 

Aprendí que es un plato originario del Lacio, cuya receta original se basa en yemas de huevo, queso Pecorino, guanciale y pimienta negra, y que la pasta más utilizada generalmente son los espaguetis, si bien, también es muy común elaborarla con rigatoni. Conocí las excelencias del guanciale y su sencilla elaboración. Todo un descubrimiento. De hecho, desde entonces, siempre tenemos en casa este preparado de carne elaborado por nosotros. Y cómo no, también recogí su receta, que comparto a continuación. No pudo ser aquella noche en Orvieto, más reconfortante y entrañable. Siempre que tomo pasta a la carbonara, me acuerdo de aquella cena y de la simpatía de aquel amable señor.

En esta ocasión, he cambiado los espaguetis por rigatoni, y se ha añadido un poco de cebollino picado.

Ingredientes para 4 personas: 400 gramos de pasta rigatoni, 150 gramos de queso Pecorino, 250 gramos de guanciale, 4 huevos, 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, pimienta negra molida y sal.

Elaboración: Mezclar en un bol los huevos, el queso rallado y sal y pimienta negra molida al gusto. Reservar. Cortar el guanciale a tiras un proco gruesas y no muy largas. En una sartén con tres cucharadas de aceite, dorar el guanciale. Una vez dorado, incorporar, junto con su grasa, a la crema de huevo y queso. Mientras tanto, cocer la pasta, siguiendo las instrucciones del fabricante. Una vez cocida la pasta, escurrir bien y mezclar con la salsa. Servir. 


01560 Aunque Me Repita

 PLATAZO COMBINADO


Puede que me repita, pero es que los platos combinados dan mucho juego. Además de salvar muchas comidas y cenas, de presentar en un solo plato un buen número de sabores y de alegrar la vista, son una magnífica alternativa para hacer desaparecer del frigorífico, los restos de alimentos que se van amontonando. 

Reconozco que soy un fan de los platos combinados y defensor a ultranza del aprovechamiento de los alimentos. Ya he repetido en numerosas ocasiones en este caleidoscopio vital, que en la cocina de casa "no se tira nada y se aprovecha todo", siguiendo las enseñanzas en las que fui educado. 

No siempre se consiguen platos de esos que dejan recuerdo y que, incluso, tomas nota para elaborarlo ex profeso y sin tener que esperar a que se vuelva a repetir la misma circunstancia. Todo depende de los mimbres con los que se cuente en cada momento.

En esta ocasión, las sobras con las que se elaboró este "platazo combinado" eran un cheque al portador. No podía fallar: tortilla de patata, anchoas albardadas, langostinos cocidos y lechuga. Salvo el vegetal, el resto de alimentos procedían de restos y sobras de precedentes comidas. Poco más puedo añadir al respecto. Lo disfruté a rabiar, tanto que me supo a poco. Y para que no se me olvide, lo traslado hasta aquí.

Me he dado cuenta de que son muchos ya los platos combinados que forman parte de este caleidoscopio vital, y en versiones bien distintas, pero es que así se escriben mis días.  





01559 Eterno Agradecimiento

 POR DEVOLVERME A LA VIDA


Dos imágenes. Idéntico escenario. Solo seis meses las separan. Es curioso comprobar, cómo en tan poco espacio de tiempo, cambian tanto las cosas. Los caprichos de la sin razón humana miden sus tiempos en décimas de segundo. La naturaleza, por aquel entonces, llamaba a la vida y a su renovación. En los preliminares de la primavera, “alguien”, de forma brutal y egoísta, quiso que cambiara por completo mi vida, y donde había luz, apareció la oscuridad, la desconfianza y la desolación. Pasaron seis meses entre una y otra imagen. En la primera había luz, y en mí, miedos, muchos miedos. Medio año más tarde, cuando el otoño comenzó a desnudar a la naturaleza, me volví, contra todo pronóstico, a sentir vivo. Y en lugar de temer a mis miedos, dialogué con ellos. Hacía seis meses, otro "alguien", esta vez bondadoso, confió en mí. Creyó en mi eterna primavera. Llegó el otoño, y como en la segunda imagen, también yo me desnudé para decir, simplemente, gracias por devolverme a la vida.


01558 Mañana de Domingo

 ESPONTÁNEO DESTINO


Así, tal se ven y se sufren las cosas del día a día, se tornan grandes las cosas sencillas. Una improvisada mañana de domingo y un espontáneo destino. Recuerdos de infancia, como en su día lo serán de mis hijas. Un paseo de la mano sobre el crujir de las ya cansadas bellotas. Y el espíritu con el ánimo se congracian y se abrazan. El paisaje es humilde, natural y hermoso. Olvido la plomiza pesadez de los días y de sus reiterados e indeseables acontecimientos.  Cada rincón es una pintura, y en su conjunto, un museo de la naturaleza. Regreso a casa feliz.  


01557 El Cartero de Neruda

 ANTONIO SKÁRMETA


En los últimos meses estoy volviendo a leer libros que en su día me cautivaron. Me apetece meterme de nuevo entre sus páginas. Es el caso que traigo en esta ocasión hasta este caleidoscopio vital: “El cartero de Neruda”, del chileno Antonio Skármeta. Lo acabo de releer hace escasos minutos y, al igual que la primera vez que lo sentí, allá por finales de los ochenta del siglo pasado, lo he disfrutado de un tirón, con algunas breves interrupciones, cuyos motivos obviaré.

Su lectura me entusiasmó hace más de treinta años y ahora lo ha vuelto a conseguir. Se trata de una pequeña novela llena de ternura, que versa sobre el amor, la amistad y que rezuma poesía a lo largo de toda la obra. Algo natural si Neruda está de por medio.

La historia es muy sencilla, como sencilla es la novela Skármeta. Una sencillez plena de matices, interpretaciones y sensibilidad. Toda la novela es un homenaje a la poesía, en la que un joven de 17 años es contratado, al disponer de una bicicleta, para llevar a Isla Negra las cartas que Neruda recibe a diario. Mario, que así se llama el joven cartero, a través de sus conversaciones con el vate chileno, acaba adorando al poeta, además de utilizar su poesía para conquistar a su amada. Pero también la novela recoge una historia amarga; el proceso histórico que lleva del régimen de Allende a la dictadura de Pinochet. La novela se inicia en 1969, y llega hasta los días del golpe militar y la muerte de Neruda, 11 y 23 de septiembre de 1973, respectivamente.

Según cuenta Skármeta en el prólogo del libro cuando escribió esta novela, “… trabajaba yo como redactor cultural de un diario de quinta categoría. La sección a mi cargo se guiaba por el concepto de arte del director, quien ufano de sus amistades en el ambiente, me obligaba a incurrir en entrevistas a vedettes de compañías frívolas, reseñas de libros escritos por ex detectives, notas a circos ambulantes o alabanzas desmedidas al hit de la semana que pudiera pergeñar cualquier hijo de vecino”. El director del rotativo le encargó que asaltara “la paz costeña del poeta Pablo Neruda, y a través de entrevistas con él, lograr para los depravados lectores de nuestro pasquín algo así, palabras de mi director, `como la geografía erótica del poeta’. En buenas cuentas, y en chileno, hacerle hablar del modo más gráfico posible sobre las mujeres que se había tirado”.

Skármeta se hospedó en la hostería de isla Negra, y aunque no consiguió el encargo encomendado, conocería a los personajes de su preciada novela, que llegaría a publicar en 1985 bajo el título de “Ardiente paciencia”, y que no era otro trabajo, que el desarrollo del guion de la película homónima que el escritor había estrenado en 1983. En 1994, Michel Radford la llevaría a la gran pantalla con el título de “Il Postino” (El cartero), con la participación de Philippe Noiret, María Grazia Cucinotta y Massimo Troisi, escritor y protagonista, que pospuso una cirugía cardíaca para poder terminar la filmación. Un día después de terminar la película sufrió un infarto cardíaco que le causó la muerte. Fue nominado póstumamente al Óscar al mejor actor.   Si tanto la novela como la película origina se localiza en la localidad chilena de Isla Negra y en torno a la década de 1970, “Il Postino” traslada la acción a la isla italiana de Salina en la década de 1950. Después del éxito de la película de Radford, la novela, por razones comerciales, pasó a llamarse El cartero de Neruda.

La película fue galardonada con más de 25 premios internacionales y recibió cinco nominaciones al Óscar, incluyendo a Mejor película, convirtiéndola en la quinta película de habla no inglesa en conseguir dicha nominación. Finalmente, obtendría una estatuilla en la categoría de mejor banda sonora.

En cuanto acabe de publicar en el blog esta entrada, me pondré a ver por tercera vez la película “Il Postino”. Me apetece disfrutar de nuevo con su historia. Seguro que seguiré encontrando nuevos matices.