lunes, 14 de noviembre de 2022

01065 Ante la Duda

DE TODO UN POCO


Decantarme por una opción, sea cual sea su naturaleza, nunca en mi vida ha sido mi fuerte. Es más, elegir y decidir siempre me ha costado en exceso. Mucha reflexión, meditación, comidas de cabeza, línea vertical con los pros y contras a su izquierda y derecha... Y al final, el corazón, no siempre acertado, es el que habitualmente ha decidido. No es una lamentación. A estas alturas, de nada sirven las lamentaciones. Digamos que es tan solo un apunte, un pasar de puntillas por la finísima línea de las sensaciones que el retrovisor de la vida acostumbra a mostrarnos y recordarnos.

He aquí un ejemplo; intrascendental, pero sirva como efectivo ejemplo, hasta dónde pueden llegar mis dudas. De la misma manera que me agotan y siembran de dudas las cartas de los restaurantes con muchas referencias y sugerencias, es para mí una gran tesitura cuando se me ofrece un par de huevos fritos y tengo que elegir uno de sus acompañamientos: jamón, chorizo, longaniza o panceta. ¡Qué horror! ¡Si me gusta todo! ¡Si todo me apetece! Cómo dejar a un lado el tradicional jamón pasado por la sartén o la grasosa untuosidad del chorizo. Cómo descartar el especial sabor de la longaniza o el crujir de la deliciosa panceta. No, no es posible. Seguro que alguien me comprende.

Llegado el caso, tal debe de ser mi cara de desconcierto, que sin yo decir nada, se me brinda la posibilidad de probar de todo un poco. ¡Y cómo lo agradezco! En primer lugar,  por lo monumental y deliciosa propuesta. Y por supuesto, por no obligarme a decidir. Ya me gustaría que todas las dudas se disiparan de forma tan amable y sin margen de error.






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