OTRO AUXILIO DE EXCURSIONES
Es habitual escuchar en los últimos meses un "no vendré a comer, papá". Cuando no es la elaboración de algún trabajo colectivo de la facultad, es con unas amigas con las que "he quedado", o con los abuelos, o simplemente, "no vendré a comer, papá".
Hoy, Loreto me ha sorprendido con un "me voy a comer al río". Frase nueva para mí en este continuo aprendizaje acerca de la libertad de mis pupilas. Ha sido sobre la marcha y casi no me ha dado tiempo a reaccionar. Mis defensas, esas con las que vengo trabajando desde hace mucho tiempo y que me ayudan a superar mis temores con mayor o menor fortuna, se han puesto a trabajar. Pocas e interesadas preguntas para tener un mínimo de información, más la consabida "¿qué vas a comer?. La respuesta ha sido de manual, "Cualquier cosa. Igual me compro en el supermercado una ensalada César".
No soy muy amigo de los pre cocinados y preparados industriales salvo en casos de auténtica emergencia. Este no era el caso. He tenido poco más de una hora para preparar algún plato que reuniera las condiciones aptas para una excursión al río y sin necesidad de ir a comprar la materia prima para elaborarlo. Un par de vistazos al armario despensa y al frigorífico han sido suficiente. En el primero todavía sobrevivía un paquete de mezcla de arroces, especial para ensaladas y guarniciones. He puesto a hervir agua y cuando han empezado a asomar las burbujas de la ebullición, he vertido dos tazas de café repletas de arroz y una pizca más de propina. Seguro que compartirá con sus amigas excursionistas. Mientras el arroz cogía en el agua la textura idónea, he troceado lechuga, queso y jamón de york que he encontrado en el frigorífico. ¿Y si le añado un par de huevos revueltos? Dicho y hecho. Listo el arroz y los ingredientes troceados. Todavía me ha dado tiempo de introducirlo por espacio de media hora en el frigorífico una vez mezclado todo, probado el punto de sal y regado con aceite y vinagre.
La media hora prevista en el frigorífico se ha prolongado hasta casi una hora. Mejor, la ensalada estará algo más fresquita. Mientras le daba a Loreto el envase hermético con la ensalada de arroz no he podido dejar de pronunciar las frases tantas veces repetidas: "cuidado con la carretera", "¿llevas cremas"?, "manda un was, por favor, cuando lleguéis al río", "tened precaución dónde os bañáis y controlad las piedras"...
Cuando por la noche ha llegado Loreto a casa me he sentido aliviado. Siempre me siento aliviado cuando por la noche cierro la puerta de casa con los cuatro dentro. En cuanto a la ensalada de arroz, debía estar buena. No ha regresado grano alguno.
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