miércoles, 27 de julio de 2016

00331 El Bodegón Que Afronta los Días

SIEMPRE PREPARADO


Una mañana cualquiera de un día sin tiempo y en un lugar indefinido. Una cámara fotográfica, un apurado café, un paquete de tabaco, sí, ya sé que lo tengo que dejar pero me hace compañía, y un pitillo transformado ya en colilla. Es el bodegón perfecto para afrontar el día.

No hay nada predeterminado, ni plan previsto. Leo el manual de instrucciones de la jornada: "Dejarse llevar sin nada que buscar". La semana pasada capturé un atardecer inexistente; ayer, el aire en el vaivén de un agua estancada y algo parecido a un recuerdo de infancia. Hoy no sé qué sueño, capricho o ventura me deparará mi mirada. No siempre los sentidos están dispuestos. También ellos tienen sus altibajos, sus días sin ganas de nada.

Hay que estar preparado, siempre hay que estar preparado. Una luz, un reflejo, un guiño, un atisbo, un cruce de caminos, una piedra inanimada, un reloj sin saetas, una gota de alivio... Cualquier cosa sirve para disfrazar la realidad cada vez más pesada.



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