BAJO SU QUIETUD SOLITARIA
miércoles, 30 de abril de 2025
01664 Paisajes Escritos 11
01663 Un Cielo Llamado Fantasía
IMAGEN EFÍMERA
01662 Descansa la Tarde
CUÁNTA DICHA
martes, 29 de abril de 2025
01661 Paisajes Escritos 10
EXCESIVO
01660 Untar Pan
LA APOTEOSIS DEL SABOR
Untar el pan en las salsas es algo que me produce un grato
placer. Desde siempre, desde que era niño. Me parece el colofón de un buen
plato, la guinda del pastel, la apoteosis del sabor. Bien es cierto que en la
actualidad he aprendido a contenerme, cosas de la edad, y no son pocos los guisos
que se han quedado sin la casi obligatoria untadita de pan.
Lo de untar o mojar pan en las salsas viene de viejo, de
tradición. Anda que no he escuchado veces tanto a mi abuela como a mi madre
aquello de “coge un poco de pan para ayudarte”. Recordando esta sentencia,
pienso que más que una mera recomendación para que el bocado en cuestión subiera
a la cuchara o al tenedor, era una incitación a que mojaras el pan en
cualquiera de las salsas de sus memorables guisos. No podía ser de otra manera.
Y además, era una certera forma de llenar el estómago.
No obstante, es una mera impresión, y como tal, puede que
esté equivocado, en las propuestas culinarias actuales, las salsas brillan por
su ausencia y si están, son una mera anécdota. Casi se agradece, pues así se
evitan tentaciones. ¡Ay, untar pan! ¡Qué tiempos aquellos! Panaderías
familiares y de referencias. Panes artesanos, de dos o tres moños, con gruesa
corteza y sabrosa miga compacta.
Por cierto, Julio Camba, periodista, escritor y humorista
gallego, en su obra “La Casa de Lúculo” o “El arte de comer” (1929) señala “No
deje usted nunca de sopear por un falso concepto de la corrección; lo
verdaderamente incorrecto es devolver a la cocina sin haberla probado, una de
esas salsas que honran a una casa”. No seré yo quien diga lo contrario.
viernes, 25 de abril de 2025
01659 "Empeño por Conducir"
COSAS DE HUMPHRY
P.D. Para los que buscan tres pies al gato, en este caso al perro, el coche estaba perfectamente estacionado, con el motor apagado, sin las llaves de arranque puestas, con el freno de mano puesto y Humphry, sobre las rodillas de una sobrina con carnet de conducir.
jueves, 24 de abril de 2025
01658 Las Hortensias
CARA Y CRUZ
Es curioso comprobar, cómo los temores adquiridos de pequeño y de no tan pequeño, consciente o inconscientemente, te acompañan el resto de tus días. He aquí, un ejemplo.
La hortensia, con sus coloristas pompones, es una flor que me encanta, además de traerme gratísimos recuerdos vacacionales cuando la contemplo. Me gustan las plantas y las flores en general. Siempre me han acompañado. Pero con todo lo que me gusta la hortensia, nunca la he tenido en casa. El motivo, una superstición heredada de mi madre. Precisamente, no hace muchas fechas, hablando con mi hermana Gemma, quien también es una amante de la jardinería, sobre ciertos cuidados de la plantas, salió a colación la hortensia. Como a mí, le encanta. Pero como yo, tampoco la ha tenido en casa. El motivo, la misma influencia que un servidor, a través de nuestra madre. Hecho que también recordamos. Y es que mi madre, quien también mostraba querencia por esta flor y que tampoco la tuvo en casa, decía que en el domicilio dónde había una hortensia "se padecía un cáncer". Y con esas que nos quedamos.
No sé de dónde se sacó tamaña sentencia, pero el caso es que nos quedamos con la copla. Supongo que sería porque conocería alguna coincidencia de gente allegada y le colgó el San Benito a la hermosa planta. Recuerdo que para un cumpleaños de mi suegra, y enterado de que le encantaba esta planta, le regalé una preciosa maceta, no sin cierto heredado temor. Lo reconozco. Todavía recuerdo la cara que puso cuando me vio entrar en su casa con la maceta y los hermosos ejemplares de flor que portaba. La tuvo durante algunos años y bien orgullosa que la mostraba a todo aquel que iba a visitarle. Por cierto, de esto hace igual una treintena de año. Y mi suegra, a la que adoro, goza de una espléndida salud a sus 94 años de edad.Tras la conversación con mi hermana y el recuerdo de mi madre en torno a las traídas hortensias, busqué en la red de redes por si encontraba luz al asunto. Lo cierto es que busqué con poca fe. Nunca llegué a creer en el maleficio de esta hermosa flor, aunque siempre practiqué el por si acaso. Reconozco que, muy a pesar mío, soy algo supersticioso. No mucho, pero algún brote tengo.
Efectivamente, no encontré aproximación alguna al respecto. Pero si referencias curiosas. Por ejemplo, la hortensia es símbolo de belleza y abundancia debido a la forma de sus flores. En Asía, regalar hortensias rosas están relacionadas con el amor, igual que un ramo de rosas rojas. También me encontré con una leyenda que sostiene que, si hay hortensias en la casa, las mujeres solteras no se casarán nunca. Y que quienes estén casadas y las planten en sus hogares, corren el riesgo de que la relación no vaya bien. Tampoco para el Feng Shui, antigua filosofía china que busca el equilibrio energético en un espacio para mejorar el bienestar de quienes lo habitan, esta planta sale bien parada, ya que simboliza soledad, fracaso y aislamiento. Para otras culturas, las hortensias son símbolo de gratitud, de gracia, belleza y abundancia, debido a la cantidad exuberante de flores. Hay también quien las consideran como una de las siete plantas que atraen a la mala suerte.En resumen, que después de todo lo leído, y que tiene su gracia, llegué a la conclusión de que ya era hora de abrir las puertas de casa a las hortensias y de disfrutarlas no solo en los jardines o parterres de los apartamentos en los que hemos pasado nuestras vacaciones en familia durante tantos años. ¡Que ya tenemos una edad!
miércoles, 23 de abril de 2025
01657 Una Cuestión de Constancia
CUANDO HABLAN LAS PIEDRAS
01656 Los Almuerzos de los Miércoles
CADA QUINCE DÍAS
01655 Curioso Crepitar del Sol
UNA TARDE DE FANTASÍA
001654 Errantes Sensaciones
UNA TARDE CHINESCA
martes, 22 de abril de 2025
01653 Hasta las Nubes
ESTÁN QUE ECHAN HUMO
lunes, 21 de abril de 2025
01652 Panes y Tortas
UNA MIRADA AL SABIO REFRANERO
Cuando visito un lugar, sea grande o pequeño, siempre me
intereso por su arquitectura religiosa y civil, sus plazas y parques, su casco
antiguo, su mercado municipal de abastos… y por sus panaderías de tradición,
con sus correspondientes especialidades en panes y tortas. Sí, y por dónde
comer bien y a un módico precio, también.
El caso que hoy me entretiene tuvo como escenario la
deliciosa ciudad pontevedresa de Baiona en una reciente visita con la familia.
Fue un día pleno de emociones, encanto y cansancio. No recuerdo el número de
pasos que llegamos a dar, tras deleitarnos con una pausada caminata por su
paseo marítimo luciendo sus casas de piedra y galerías acristaladas, visitar la
fortaleza de Monterreal, uno de los monumentos más emblemáticos de Baiona,
pasear por el parque de la Palma y adentrarnos en su casco antiguo, por resumir.
Hubo un momento en el que ya no podía más y dije a la familia que, muy a pesar
mío, mis pasos por la hermosa ciudad habían llegado a su fin y que les
esperaría en una terraza tomando un café. Coincidió esta decisión justo delante
del escaparate de una panadería que lucía unos aparentes y sugerentes panes, y
también tortas.
Como acostumbra acontecer en estos casos, me quedé embobado
mirando las muestras exhibidas, como quien examina el escaparate de una joyería.
Entré en el obrador, me alimenté con su inconfundible y bendito olor, y tras
adquirir un pan y una torta, me senté, en modo espera, en una terraza frente a
un café americano.
El aroma que se desprendía de la bolsa que atesoraba el pan
y la torta me transportó a los diarios despertares en mi casa familiar de
infancia y juventud. Amaneceres acompañados de un intenso olor a pan recién
hecho que subía de la panadería Porta, colándose por los abiertos ventanales
por todas las estancias del domicilio. Un aroma que transmitía bienestar,
además de ser un ambientador natural. Me fascinaba.
Mientras esto rememoraba, acudieron, para hacerme la espera
más entretenida, varios refranes que tienen al pan como protagonista y que
reflejan la sabiduría popular y la importancia de este alimento en la vida
cotidiana. Y es que el pan, además de ser un alimento básico, es un símbolo
cultural con profundas connotaciones simbólicas. Los refranes sobre el pan son
una expresión de la sabiduría popular y las lecciones de vida que se transmiten
de generación en generación.
Otro de los adagios que recordé, y que acostumbro a
pronunciar muy a menudo, es el de “Al pan, pan, y al vino, vino”, que se resume
en las cosas claras, sin eufemismos. Nada de ambigüedades, ni medias tintas. En
las relaciones interpersonales, es esencial ser directo y transparente, aunque
no siempre sea bien entendido.
Fue a partir de aquí, en aquella espera, cuando me interesé
por conocer o recordar otros refranes protagonizados por el pan o las tortas.
Para ello, acudí a la red de redes. Algunos de los que leí me fueron
familiares, otros los desconocía por completo.
De los recordados anoté el dicho “las penas con pan son
menos penas”, o lo que es lo mismo, aunque las adversidades sean inevitables,
el hecho de compartir un pan puede traer consuelo y esperanza. En muchas
culturas, compartir el pan es un acto de generosidad y solidaridad,
simbolizando la unión y el cuidado de los demás. Así que, en tiempos de
dificultad, el apoyo de la comunidad y el compartir alimentos pueden ser una
fuente de fortaleza y resiliencia.
Otro de los refranes que no me fue ajeno, reza así: “Pan
caliente, hambre mete”. Y es que el plan recién horneado no solo satisface,
sino que, además, despierta el apetito y el deseo de disfrutar de los placeres
sencillos de la vida.
De los dichos por mí escuchados por primera vez, en este
caso leídos, recogí algunos muy curiosos. Por ejemplo, el refrán “de los
olores, el pan; de los sabores, la sal”. El olfato y el gusto son dos sentidos
muy poderosos que nos conectan con nuestras raíces culturales y con la esencia
de la vida cotidiana. El olor del pan recién horneado nos evoca recuerdos y
emociones, siendo un símbolo de hogar y calidez, y cuyo aroma nos transporta a
momentos de nuestra infancia, reuniones familiares y a instantes de felicidad
compartida. Por su parte, la sal, aparte de su característico e inequívoco sabor,
empleado en su justa medida, es un excelente potenciador de los alimentos.
Un dicho que me llamó poderosamente la atención fue el de “donde
pan comes, migas quedan”. Viene a decir que, en la vida, siempre hay algo que
permanece después de que lo principal ha desaparecido. Las migas representan
las experiencias, los recuerdos y las enseñanzas que quedan después de los
acontecimientos importantes.
En mi libreta de aquel viaje fui anotando refranes, y sus correspondientes
enseñanzas, que ahora recuerdo, tales como “pan ganado sabe a gloria”, “pan de
trigo, leña de encina y vino de parra sustentan la casa”, “uvas con queso y
pan, no hay en el mundo manjar”, “si tienes pan y lentejas, para qué te quejas”,
“pan tierno y vino añejo, dan vida al viejo”, “pan, uvas y queso, saben a beso”,
“al buen amigo, dale tu pan y dale tu vino” o “comiendo pan y morcilla, nadie
tiene pesadilla”.
Con estas migas alimenté mi grata espera aquel día en
Baiona. Por cierto, tanto el pan como la torta, me parecieron de otra división.
01651 Punto y Aparte
AVE VIAJERA
01650 Los Champiñones Empanados
PEQUEÑAS DELICIAS
01649 Paisajes Escritos 9
BRUMAS Y SOLES
01648 La Ensaladilla Rusa con Gambas de Cristal
DE CAPRICHO
01647 Algo Pasajero
BAJO MÍNIMOS
01646 Los Espaguetis Negros con Langostinos
NUNCA SE DEBE DEJAR A UN VIAJERO SIN COMER