PURO PLACER DE APROVECHAMIENTO
Cuando esto sucede acudo a los consabidos y siempre loados par de huevos fritos, con patatas fritas, longaniza, chorizo, bacon o jamón pasado por la sartén. Pero en esta ocasión, también he alterado un tanto la tradición, movido por los excedentes que se iban amontonando en el frigorífico.
Son fiestas, las de San Lorenzo en Huesca. Recibes en casa a amigos y familiares. Comidas multitudinarias y cenas de supervivencia. Casi nunca se acierta con las cantidades a comprar ni a cocinar. Uno que no tiene apetito, otra que se ha medio roto ya en el aperitivo, otro que no sé que me pasa, y todos nos miramos con una ligera sonrisa. ¿Quién quiere más? Silencio en la mesa. ¡Qué voy a contar que no se sepa!
El caso es que por unas cosas u otras, el frigorífico ha empezado a decir también, "no me cabe más". Y como quiera que mi estómago se ha despertado un tanto juguetón, he decidido acompañarle. La cuestión no estaba muy clara. Un huevo frito fijo, pero ¿con qué? Así que he empezado a abrir envases con restos de comida que se apilan en el frigorífico y tras hacerme una idea de la situación, me he decantado por un par de salchichas de carne y pisto. Han pasado ya algunas horas y todavía me estoy relamiendo.
Cuando he acabado de almorzar, sólo he podido decir ¡Como un señor!
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