COCIDO CON FUNDAMENTO
En numerosas ocasiones he dejado constancia de mi gusto por
los platos de cuchara. El que traigo en esta ocasión a colación no lo he
elaborado nunca, pero lo he tomado siempre que he tenido oportunidad. Se trata
del cocido montañés, una receta típica de mi querida y tantas veces disfrutada
Cantabria. Es un plato de invierno, contundente y que se toma calentito. Ahora
que lo pienso, no es un plato para hablar de él, en el mes de junio y con 33
grados centígrados a las siete y media de la tarde, pero como este
caleidoscopio vital no entiende de distingos, y menos estacionales, aquí que lo
trae. A diferencia de otros cocidos que se elaboran en otras zonas geográficas
de España, el montañés se sirve en “un golpe”, es decir, todo en el mismo
plato, y está elaborado a base de alubias blancas, compango de la tierra
- chorizo, costilla, morcilla y unto- y berza.
De todos cuantos cocidos montañeses he probado en el valle
de Cabuérnaga, -al decir de los entendidos, zona del cocido montañés por excelencia-,
en la Vega de Pas, en Carmona o en el valle de Saja, por citar algunos
ejemplos, no sabría con cual quedarme. Me gustaría citar algunos de los
establecimientos en los que disfruté de este potente plato, pero por aquellos
años que ahora intento rememorar, todavía ni guardaba tarjetas ni tenía libro
de viajes ni apuntaba nada de nada. Me fiaba de mi cabeza, algo que la experiencia
me dice que no es en absoluto aconsejable.
Las fotografías que ilustran esta entrada se corresponden
con el último cocido montañés que tomé hace tres años. Fue en el Restaurante La
Ermita, en Puente de San Miguel, de viaje a Galicia. Me pareció muy sabroso y
menos contundente en relación a otros que recuerdo. (Por esas fechas tomaba ya
notas de todo lo que me gustaba para alimentar este blog)
Por cierto, cada primer domingo de septiembre, en la
localidad de Ucieda, se celebra la fiesta del cocido montañés, con más de 35
ediciones a sus espaldas.
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