QUE UN DÍA LLEGARON
Hay imágenes que hurgan en los sentidos de forma precisa y delicada. Imágenes que juegan a evocar respiros sin miedo a quedarse sin aire. Representaciones de un ensueño soñado al alcance de la mano. Nada sobra, nada falta, ni siquiera su olor a pasto en un despertar apacible entre cálidas sombras que buscan refugio tras los curtidos árboles.
Hay imágenes que hablan y otras que entrelazan palabras perdidas entre la espesura del bosque. Estampa de asombro e impacto. De cada mil, una. Y en el mientras tanto, una espera ilusionada entre caminos de arraigado aposento.
Hay imágenes que acercan la distancia y arropan los recuerdos de los días en los que el transitar se hace una necesidad desmedida, que aproximan una luz que parecía inventada. Imágenes de recreo y entretenimiento, de esparcimiento y largo recorrido para una tarde hambrienta de color y paisaje viajado.
Hay imágenes que un día llegaron para hacerse un hueco en mi imaginario.
Castillo de Acher desde la Selva de Oza. Fotografía de Antonio Herce.
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