Hubo un tiempo, lejano ya, en que era un auténtico vicio. Como he comentado en alguna ocasión, por lo dulce no doy un paso ni muevo un dedo, salvo en contadas ocasiones y en forma de tocinito de cielo, fritos de Soler, pastel ruso, trenza de Almudévar, pastel de manzana o merengue sea de donde sea. En el caso que me ocupa, no recuerdo bien el por qué, hubo un tiempo que me dio por hacer leche frita a todas las horas. Siempre había en el frigorífico una bandeja de preparado de leche a la que sólo le faltaba pasar por huevo, pan rallado y sartén. Que había una merienda o cena, allí que me presentaba con mi leche frita recién hecha. Que tenía un gusanillo en el estómago, pues nada, a alimentarlo con tres o cuatro cuadraditos de tan "ligero" dulce casero. Que había tertulia en la radio y nos queríamos dar un homenaje, también allí estaba la crujiente leche frita. El abuso y disfrute de tan humilde y sencillo dulce pasó a la historia con motivo de alguna, me imagino, rigurosa dieta.
Ahora sólo la elaboro cuando mis queridos, entrañables y hospitalarios amigos, José Luis y Julia, nos invitan a su casa para compartir mesa, mantel y larga sobremesa. Me enteré que a Julia le encanta la leche frita, y siguiendo una norma de mi añorado Luis Rubio, "nunca de invitado a una casa hay que llamar a la puerta con la mano", nos presentamos con este pequeño pecado que sabe a bendición. Se trata, por otro lado, de no dejar caer en el olvido un sabor de tantos y tan gratos recuerdos.
Son varias las recetas que tengo al respecto, si bien siempre acudo a la misma fuente; a la de mi colecciónde libros de "El Mundo de la Cocina". Reza así: " Para 4 personas: 1/2 litro de leche, 100 gramos de harina, 100 gramos de azúcar, 1 cucharada de mantequilla, 1 huevo, una piel de limón, canela, aceite para freír, harina o pan rallado para rebozar".
Preparación: "Se ponen en un cazo la harina, cuatro cucharadas de azúcar y la cáscara de limón. Se remueve bien con un batidor y se lleva el cazo al fuego, incorporando una cucharada de mantequilla y la leche, poco a poco y sin dejar de remover con cuchara de palo. Una vez que la pasta quede fina y espesa, se retira del fuego y se dispone sobre una fuente plana mojada con un poco de agua. Se deja enfriar (incluso puede mantenerse así de un día para otro), retirando la piel de limón. Cuando ya la pasta esté fría, se corta en cuadraditos, que se pasan por harina o pan rallado, después por huevo batido y se fríen en aceite muy caliente. Se sirve espolvoreada de azúcar y canela, o azúcar solamente".
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