lunes, 26 de diciembre de 2016

00401 El "Tiovivo"

LOS CABALLITOS


Te he vuelto a soñar en un suave y dulce trotar de infancias. En un sube y baja sin fin de muecas y abrazos con olor a jazmín y yerbabuena. Te he vuelto a soñar,  caballito de negras crines, en la verde pradera, en el acantilado y al frente de una legión de soldados.

He vuelto a imaginar una sonrisa por bandera y unos ojos chispeantes y redondos dar vueltas y más vueltas subidos a un caballito de escultural madera. He vuelto a recordar el relinchar de Babieca, la cabriola de Tornado y el galopar de Plata en una montura atravesada.

Sueños y recuerdos de infancia ligeros como el viento que ahora acarician la fantasía de otro niño crecido entre subes y bajas y un incesante girar.

Me acabo de preguntar por el origen de la palabra "tiovivo" y no puede ser más curioso,  al igual que  las sensaciones que me producen cuando veo alguno en mi camino. Según leo, en el año 1834, una Isabel II niña reinaba en España con la regencia de su madre María Cristina. En el paseo de las Delicias de Madrid, existía una atracción de carrusel para niños. Al frente de él se encontraba un tal Esteban Fernández, conocido en la zona por el "tío Esteban". Aquel año una epidemia de cólera causó más de un centenar de muertos, entre ellos Esteban. Durante su traslado al cementerio a hombros de algunos amigos, de manera repentina, "resucitó" y comenzó a gritar "¡Estoy vivo!. Tal fue el impacto de la noticia que comenzaron a llamarle "tío vivo" en lugar de tío Esteban. De aquí, que a partir de entonces, el carrusel o caballitos infantiles comenzaran a llamarse popularmente "tiovivo".














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