EL YIN YANG
El principio y el fin. Una bienvenida y un adiós. Un deseo de suerte y un hasta siempre. La apuesta por un grato recuerdo, de un dulce recuerdo.
Sabor de ayer, de hoy y por supuesto, también de un mañana. Porque también mañana habrá saludos y despedidas, puertas que se abrirán a la esperanza y alguien con quien compartirla. Las puertas que se cierren será porque nadie habita tras ellas.
Dulce de fiesta, de dádiva y presente para huésped. Admiración y agradecimiento. En el obrador se obra y trabaja sin descanso, sin tregua, sin saber el destino de su quehacer. La historia y el cuento están por escribir. Cada uno la suya.
El frito, "la breva", sabe a antiguo, a último recado del pueblo. No sé ahora. Todo cambia. Sí antes, cuando acompañaba a mi abuela a comprar media docena de ellos antes de coger el autobús camino de Alcalá de Gurrea. Otra vez la despedida, pero siempre provista de un reencuentro.
Sencillo, humilde, noble, pero siempre atento al disfrute.
Llegué con ellos en número de doce. Me voy con ellos contando once, no había más. No fui previsor. Pero estuvieron, una vez más, en el hola y en el adiós.
Llegué con ellos en número de doce. Me voy con ellos contando once, no había más. No fui previsor. Pero estuvieron, una vez más, en el hola y en el adiós.
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