DE "RECORTES"
En este caleidoscopio vital no podían faltar los macarrones. No conozco a nadie en mi entorno que les de la espalda e incluso sé de quien solo se alimentaría de este preparado de pasta. Hace tiempo que la cocina de casa no huele a macarrones gratinados. Es un olor inconfundible y familiar, de los que dan seguridad. Entre dietas y que en el último año no como en casa, su elaboración ha brillado por su ausencia.
Aunque aparentemente todas las preparaciones son iguales, cada una, dependiendo de su mano hacedora, tiene su gracia especial, su toque de "autor". Es difícil hacer mal unos macarrones, aunque algún que otro especialista en ello conozco. Ni adrede.
En mi memoria guardo tres delicias de macarrones: los que prepara mí tía Olga con atún, los de mi suegra, con su primera capa crujiente y los macarrones como queriéndose ir de la fuente, y los que hacía mi madre con "recortes". Ahora ya no se ven "recortes" en los mostradores de las charcuterías. Ah, claro! Daba por hecho de que todo el mundo sabe que son los "recortes". No eran otra cosa que los inicios y finales de las piezas de los chorizos, salchichones, jamón cocido, mortadelas y demás embutidos. Eran una sorpresa. Cuando mi madre me mandaba a comprar a las "Mantequerías Ama" y después "Kesma", ya desaparecidas, de debajo de casa, a por ciento cincuenta gramos de "recortes", nunca sabías cual iba a ser su contenido. Todo dependía de esos inicios y finales de las piezas que se disponían en las vitrinas de la charcutería. Ciento cincuenta gramos de preciados "recortes" cuyo peso minoraba desde que salía por la puerta de las mantequerías, cruzaba la calle y subía los dos pisos hasta llegar de nuevo a casa. Era muy difícil, por no decir imposible, no sucumbir a la tentación.
Ahora, habitualmente los hago con chistorra o con el embutido que pillo por el frigorífico, a falta de esos entrañables "recortes" de mi infancia.
Me acabo de interesar por el origen de los macarrones y leo que durante mucho tiempo se creyó que fueron llevados a Italia, desde China, por el veneciano Marco Polo. Si bien en China hay menciones escritas a algo parecido a los macarrones a principios de la Era Cristiana, en Italia ya había referencias antes del regreso del mercader y viajero veneciano. En un inventario de bienes datado en 1279 aparece "barixella una plena de macharonis" y Marco Polo no regresó hasta 1295.
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