domingo, 2 de octubre de 2016

00369 Las Anchoas en Lata

SOLAS O EN COMPAÑÍA


Hubo un tiempo en el que la felicidad venía de la mano de un buen bocadillo de anchoas. No importaba demasiado que el pan fuese acompañado de untuoso tomate o simplemente con una muestra del aceite en el que las anchoas habían reposado dentro de la pequeña lata. Me parecía por aquel entonces lo más parecido a un manjar de dioses. Cuántos almuerzos y cenas se nutrieron con esta especialidad.

Con la incorporación a los almuerzos de la popular "pulga",  descubrí para mí una nueva exquisitez; el bocadillo de queso con anchoas. En el establecimiento al que solía ir a almorzar no tenía que pedir, sólo verme atravesar el umbral de la puerta tenía dispuesto sobre la barra mi "pulga" de chapata con pan con tomate, queso y anchoas. Está claro mi gusto por lo salado.

Los bocadillos y almuerzos pasaron a ser historia, no así las anchoas en lata. Me gusta tener siempre en el frigorífico unas latas de anchoas de batalla para confeccionar algún plato y otras de más calidad para aperitivos o montaditos que requieran la presencia de un buen producto. No obstante, si la anchoa es buena y de calidad, se basta y se sobra por sí misma para lidiar la faena con el solo acompañamiento de unos trocitos de pan y una jarrita de cerveza bien fría.

Estoy pensando que hace tiempo que no me doy un capricho. Es la hora de cenar y dispongo de todos los ingredientes. Esta noche cenaré un bocadillo de anchoas con pan con tomate en recuerdo de los viejos tiempos.

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