En el frigorífico campa a sus anchas un queso tierno. Soso hasta decir basta. Al resto de la unidad familiar les gusta. A mí me la trae al fresco. Soy más de quesos fuertes, curados y con personalidad. Hay materia prima, sólo es cuestión de encontrar algunos partenaires. Oigo una voz que sale del estante de las especias. Es el pimentón quien me llama. Corto el taco de queso a láminas que voy depositando en una bandeja. En una taza vierto un buen aceite de oliva reservado para contadas ocasiones y lo tiño de rojo sucio con pimentón dulce y también picante. Y una pizca de sal. Remuevo y ducho el queso con la mezcla. Acompaño el plato con unas regañas.
Entro en el comedor y veo caras de satisfacción. El plis plas para un ¿qué os apetece cenar? ha vuelto a funcionar. Queso tierno con pimentón, una respuesta a esos días ligero, sin hambre y de cualquier cosa.
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