lunes, 25 de abril de 2016

00269 Perder la Noción del Tiempo

CONTEMPLAR SIN CONTEMPLACIÓN


Es el momento de silenciar el tic tac, tic tac de  un tiempo que no ayuda, sólo consume. De disfrazar de disimulo su acompasada y metódica presencia. Hacer, por una vez, del olvido una virtud. Mirar el entorno hasta encontrar el encuadre perfecto donde abandonar sin medida los defraudados sentidos.

Se hace necesario poner en orden las ideas mientras una voz queda aconseja que aleje la impaciencia. Color, horizonte y camino se funden en un cerrado abrazo. ¡Que no pase nadie! Ya no hay sitio ni siquiera para una pregunta. Es entonces cuando el tiempo se vuelve tímido, apocado e inservible.

Entre la espesura del bosque adivino besos acomodados, ojos húmedos de extrema felicidad, emociones desmedidas ante cualquier hallazgo, placeres con los que conquistar el mundo, una letra roja de un abecedario infantil, un rincón cada vez más achicado, unos pasos interrumpidos, un refugio inesperado... Apenas se oye ya el tic tac, tic tac de un tiempo innecesario.

Me dispongo a traducir el lenguaje de las hojas en movimiento y  los caprichosos pigmentos de la cromática naturaleza que sigue su curso ajena a toda presencia. A mirar sin complejos y pronunciar palabras interminables en un idioma donde se disuelven los verbos. A contemplar sin contemplación de manera deliberada una circunstancia extraordinaria. Es reconfortante el silencio y la ausencia. Cómodo el paisaje ajustado al sensual objetivo, siempre sublime y tentador.

Por el camino y entre la maleza algo se mueve, algo llega. No inquieta ni atormenta. Es sólo el tiempo que regresa para recuperar su aposento. Es el tic tac, tic tac que marca, consume y orienta.








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