Más llevaderos, menos pesados. Con templanza y definición. No importa cuan largos sean. Hay tiempo para describirlos y recrear su andadura. Como casi todo, comienzan en sombra. La luz irá apareciendo por demandada exigencia. No hay piedras y si alguna hubiera, no molesta.
Al final, siempre la luz. La luz que tantas veces llama y recrea. Hasta llegar a ella, un breve camino sin torceduras ni desalientos. Sólo asombro, placer y gusto por el trazo. Sin querer, el llano camino se hace elevado. No deja de ser un imprevisto que enaltece la austera vereda. Es posible rectificar. Todo se puede remediar en esta vida y más en estos otros caminos. Lo miro, remiro y vuelvo a mirar. ¡Qué importa el leve repecho si no se va a transitar! Sólo lo harán los sentidos y se dejarán llevar.
Espátula y pincel, trazo y color en una tarde de abril que sestea allí donde un día se soñaron otros caminos más llevaderos, menos pesados.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario