PARA SOBREVIVIR
Ahora cuando parece que todo es inaccesible, sueños, ilusiones, fortaleza, cordura, felicidad, templanza..., se hace más necesario que nunca acudir al archivo de las imágenes esponja. Instantáneas que en algún momento de nuestro vida quisimos convertir en eternas más allá de su belleza o de la sencillez de un capricho furtivo. Imágenes que guardan todavía su olor a mañana fresca y soleada, a salitre, a campiña, a comida lenta en un lugar cualquiera. Momentos capturados en la lejanía de los días y que hoy, en este otro instante más austero de emociones y certezas, se convierten en un respiro inanimado.
Ahora cuando parece que todo es más esquivo, se hace urgente revisar los días de luz, de un mar bañado de plata, de una arena suave no pisada, de una seguridad malograda, de domésticas escenas de pies al sol y de caras recién lavadas. Ahora que sobrevivir se ha convertido en un arte sin licenciatura, se hace prioritario dejarse atraer por las imágenes esponja. Dejarse absorber hasta ser nube, destello, agua, matorral, horizonte, piedra en el camino, atardecer adormecido, teja, sombra, ola, luz, mar azul, verde olivo. Respirar de nuevo ese alivio que quedó, quizás dormido, en algún lugar de esos instantes bien queridos.
Respiro, aspiro, respiro, inspiro, revivo, aspiro, renuevo, inspiro... hasta ser imagen, hasta ser esponja.
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