SUMA SENCILLEZ
El asunto es que recientemente llamé a mi amiga Chus para cerciorarme de que se encontraba en casa y así poder llevarle productos de mi generosa huerta. Habitualmente, siempre se trata de un sube y baja a su casa. Saludar, entrar las bolsas con el contenido hortícola hasta la cocina y despedida. Mi vida no da para más. Contra todo pronóstico, ese día que nos ocupa. el sol, con sus cerca de 40 grados a la una de la tarde, me echó del huerto. Me puse de nuevo en contacto con Chus para decirle que llegaría a su casa antes de lo previsto. Cuando subí, me aguardaba un delicioso aperitivo y una fría cerveza. Algunas de las delicias ofrecidas ya las conocía, pero una de ellas reclamó poderosamente mi atención. En uno de los platos, sobre unos crackers aparecían depositadas unas anchoas, acompañadas, a simple vista, por unas medias nueces de mantequilla. Mi amiga me invitó a probarlas. Creo que mi atención sobre el sencillo bocado me delató. Chus me explicó que se trataba de una tapa que había probado no hacía muchos días en un bar zaragozano y que le gustó. Efectivamente, la tapa en cuestión no guardaba secreto alguno; crackers, una buena anchoa y media nuez de mantequilla sin sal. Tras probar la primera, asentí con la cabeza. Curiosa y atractiva combinación de textura y sabores. Una propuesta a tener muy en cuenta para improvisar un aperitivo y acompañarla con una cerveza o lo que se tercie. Nunca se me hubiese ocurrido. Pero quien la ideara, acertó. Ya lo creo que acertó.
Cuando bajaba en el ascensor para volver a casa pensé, -últimamente pienso poco y mejor así-, la sencillez me ha vuelto a dar una nueva lección imprevista y gratificante.
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