FELIZ REENCUENTRO
Tocaba almuerzo. Comencé a leer las propuestas gastronómicas,
cuando de repente, apareció ante mis ojos la palabra “chiretas”. Casi se me
saltan las lágrimas de la emoción. Ya no me interesó nada más de lo ofertado.
Mis compañeros de mesa se sorprendieron tanto por la elección como por mi
manifiesta cara de felicidad. Tuve que explicarles que igual hacía más de
veinte años que no las probaba y que hubo un tiempo, cuando vivía en Monzón y
Gloria se desplazaba a la Ribagorza o al Sobrarbe por motivos de trabajo, siempre
regresaba a casa con unas deliciosas chiretas. Nos encantaban cortadas a
rodajas y fritas, previamente pasadas por harina y huevo. También les comenté que,
en el aperitivo de nuestra boda, realizada en los claustros de la Catedral de
Roda de Isábena, fueron protagonistas, junto a la torteta, morcilla, longaniza
de Graus, chorizo, y otras viandas, en el inicio del festín, de un 2 de enero.
A modo de anécdota, recordé que la primera vez que comí
chiretas fue en Monzón. No me gustaron absolutamente nada. Todo un fiasco. Un
amigo me había regalado dos ejemplares y me dijo que, a él, como más le
gustaban era al horno. Y así que las hice. No había por dónde hincarles el
diente. Y eso que soy de los que no le hace ascos a nada en materia alimenticia.
A la basura que fueron. Días más tarde, quedó demostrado que el problema es que
no las había cocinado bien.
Cuando las pedí, pregunté solo por curiosidad, cómo las
cocinaban, y me dijeron que, en finas rodajas, a la plancha, con una picada de
ajo y perejil, y con un huevo frito, opcional. Ya puestos, respondí, al completo.
Nunca las había tomado de esta guisa y me parecieron exquisitas. Me hubiese
tomado otro plato, pero me pareció excesivo. Para el feliz reencuentro ya
estaba bien así. Además, cuando tenga antojo, ya sé dónde encontrarlas.
Para quienes no conozcan este embutido, decir que las
chiretas son tripas de cordero, vueltas, cortadas y cosidas con hilo blanco en
forma de saco o bolsa, y posteriormente rellenas de arroz condimentado con ajo,
perejil, especias al gusto y las partes del cordero que se incluyen, en su
origen, pulmón y corazón, cortadas en trocitos muy pequeños. Una vez elaborado
el saco, se hierven unos tres cuartos de hora.
La palabra “chireta” proviene del verbo aragonés chirar,
cuyo significado es “dar la vuelta”.
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