OTRA MIRADA A LAS CAMPANAS DE SAN LORENZO
Me gusta su sonar y sentir.
Son las ocho de la tarde.
Su sonido hoy lo siento más cercano
que nunca, más jubiloso.
Mientras me recreo
con una perspectiva inusitada para mí,
hasta parece que puedo llegar
a entender su lenguaje.
No es fácil, pero lo intento.
Su sonido es arte,
crea musicalidad
y lleva siempre
una enorme carga de sentimientos.
Las campanas tienen su propia voz.
Ora triste.
Ora alegre.
Ora reflexiva.
Ora de empezar a orar.
Y es lo que hago.
Orar con fuerza.
Con la misma intensidad
que la voz de estas campanas,
hoy tan próximas y cercanas.
Han dejado de tañer.
Se hace el silencio en las alturas.
Son las ocho de una tarde
muy cercana a San Lorenzo.
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