CON PIMIENTOS VERDES
Mi relación con esta sencillez culinaria acabaría aquí, bueno aún podría escribir media docena más de líneas, si no fuera por el título que encabeza esta entrada: "La tortilla floja".
Tengo que recurrir a mi querida suegra quien, en los primeros días de entrar yo formalmente en su casa, preparó a los comensales unas "tortillas flojas" acompañadas con tomate, pepino, lechuga, vegetales todos nacidos en la exuberante huerta de mi suegro, y unas "chullas" de jamón serrano. Nunca en mi vida hasta entonces había oído lo de la "tortilla floja". Supuse que sería alguna variedad de tortilla que tradicionalmente se hacía en esta casa. Así que me preparé para degustar algo nuevo. Pero no, sobre mi plato apareció una tortilla francesa en toda regla. Con todo, recuerdo que la degusté minuciosamente para encontrar la "flojedad" de la susodicha tortilla. No encontré nada distinto a mi conocida tortilla francesa.
En meses sucesivos, la "tortilla floja" apareció en la mesa siempre que fue menester. En una ocasión, y cuando ya sumé confianza con mi suegra, le pregunté el por qué de la "tortilla floja" y si tenía algo de especial con respecto a la francesa. Con una pícara sonrisa me respondió que no había ninguna diferencia y que lo de "tortilla floja", ya se lo escuchaba decir a su abuela.
Movido por la curiosidad, intenté averiguar algún dato al respecto, pero nada encontré. Sí que en alguna ocasión, no con mucha frecuencia, lo he escuchado en otras bocas. Supongo, y aquí me tiró a la piscina sin agua y sin chichoneras, que lo de "tortilla floja" tendrá que ver con la esponjosidad y ligereza de la tortilla francesa frente a la contundencia y laboriosidad de la tortilla de patata. No se me ocurre otra cosa. Por cierto, si alguien lee esto y sabe el por qué, le estaría muy agradecido que lo compartiera.
Huelga decir que en casa no tomamos tortillas francesas sino "tortillas flojas".
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