Me topé recientemente con él en una playa levantina. Me pareció, como tantos otros, una auténtica obra de arte nacida del esfuerzo, la destreza y la imaginación.
El autor de esta obra de arte se encontraba justo al lado de tan fantástica fortaleza de agua y arena. Autor y guardián. Me acerqué hasta él con el fin de solicitar su permiso y hacer unas fotografías al castillo. Me dio su consentimiento con la mirada. Realicé media docena de fotografías y deposité unas monedas en el cartón del artista. Mi hubiese gustado conversar con él, conocer algo de su existencia, saber cuántas horas le llevaba levantar un castillo de arena, cómo aprendió, qué jornal a base de voluntades se podía sacar en un día... Pero no tenía tiempo. Mi paso por ese lugar, como el arte de este anónimo personaje, fue efímero. Apenas me dio tiempo de pronunciar un gracias a cambio de una sonrisa complacida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario