LOS DE SIEMPRE
Regreso al mar que todo lo calla, a la arena que todo lo absorbe y a un cielo limpio y claro que todo lo impregna de un azul ávido de bronceadas sonrisas. Igual que ayer, igual que siempre, con la misma cordialidad de una amistad ancestral.
Si hemos cambiado no lo sabemos. Creo que somos los de siempre; la voz queda y esperanzada, el susurro con olor a mediodía, la pisada en busca de sendero y el asombro plácido de una profundidad cercana. Cielo, mar, arena y a veces, yo.
Las palabras huyen de las sentencias bien pronunciadas. Son más bien confesiones placenteras en el caminar de una mañana desprovista de prisas. Murmullos de espuma en la caprichosa orilla sin caracolas que hablen del mar. Es el mar quien habla del eco de las caracolas.
Entre pensamiento, brisa y mirada, el sol magnifica el paisaje en un tiempo de recreo y entusiasmo desmedido. Cielo para respirar, arena donde dejar pasajeras huellas y mar para refrescar la mirada. No hay más. Y si lo hay, quedará entre el cielo, el mar, la arena y mi sentir.
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