Desde que visitamos tierras onubenses, el salmorejo ha pasado a formar parte de nuestra dieta estival. Siempre es bien recibido y de él ya di cuenta en alguna entrada anterior de este blog.
Es una de las preparaciones que yo califico como "expectante". Ningún salmorejo sabe igual al anterior. Todos tienen su particular personalidad y depende en gran parte de la mano ejecutora. En casa es Gloria la experta y la que intenta conseguir el salmorejo de diez. A mí me gustan todos los que hace en sus distintas versiones. Con miga de pan, sin pan y con almendras, con tropezones o sin ellos. Todos están de vicio.
Gloria me sorprendió con esta elaboración en una cena. Hacía tiempo que no me daba tanta lástima que el plato llegara a su fin.
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