Tantos días visto como tantas veces desapercibido. Allí estabas. Y yo sin enterarme. Es lo que sucede cuando el hábito se convierte en rutina y los pasos se introducen sin cálculo alguno en el trazado carril de los días sin nombre.
En la despedida un hasta pronto, un deseo sin desperdicio de volver a respirar en la distancia la calma y el ardor necesitados. Una imagen para el recuerdo donde seguir recreándome con un paisaje soñado anclado en la arena.
Ahora te veo, corazón camuflado. El mismo corazón que no advierto en la gente de mis días sin nombre. Los mismo corazones que tampoco laten ni murmuran. Sólo esperan pacientes a ser descubiertos.
Nuevo Portil. Cartaya. Huelva
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