Es un día imprevisto, de los de corazón en puño y atribulado pensamiento. Mañana gris con amenaza de sol. Día de largo silencio en un paraje largo y silencioso. No hay tensión, ya tocaba. Y si la hay, no la siento. Sólo percibo el reclamo de un valle por complacer, la caricia de un viento inexistente que adivino como virtual saludo entre las hojas de unos árboles que juegan al despiste. Todo me parece sensato en este día cualquiera.
Todo a mi alrededor es quietud, calma y reposo. Es mediodía. Poco importa si es un día cualquiera.
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