jueves, 11 de mayo de 2017

00479 Una Maqueta Muy Especial

MONASTERIO DE VILLANUEVA DE SIJENA



La casa que viera nacer al teólogo y científico Miguel Servet fue convertida en 2002 en un centro de interpretación para el conocimiento de la vida y obra del sabio aragonés. Su visita al completo centro expositivo es ya de por sí un atractivo aliciente, ya no solo por los importantes fondos bibliográficos que atesora, sino por facilitar el acercamiento a la figura de este inquieto hombre del siglo XVI interesado por la astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología, física, matemáticas, anatomía o el estudio de la Biblia y cuyo reconocimiento posterior se debió a su trabajo sobre la circulación pulmonar.

Desde hace un mes, a todo lo dicho, se ha sumado un nuevo, elaborado y curioso encanto: una maqueta a escala del Monasterio de Villanueva de Sijena, Monasterio femenino de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, fundado el 25 de abril de 1188 por la reina Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II el Casto, rey de Aragón. La autoría de la impresionante maqueta es de los miembros de la Asociación Belenista de Fraga, quienes a partir de una fotografía del año 1975, imágenes aéreas y distintas investigaciones, han conseguido recrear un día cualquiera en los inicios y esplendor del monasterio.

Marcial Yusá, presidente de la Asociación Belenista de Fraga, me contó que la maqueta, en su origen, sirvió estas pasadas navidades para albergar un Belén y cuya escena del Nacimiento se ubicaba en el interior de un molino de harina que suministraba a las 600 personas que por aquel entonces dependían del monasterio. Todos los años, desde hacer 38, la asociación confecciona maquetas para belenes y pasadas las fechas navideñas, abandonan o destruyen. En esta ocasión, y dada la envergadura del proyecto, se determinó cederla al Ayuntamiento de Villanueva de Sijena, que finalmente decidió instalarla en la Casa Natal de Miguel Servet.

Según me dijo Marcial, el número de horas invertidas en la confección de la maqueta es incalculable. Se trabajó en ella desde el mes de agosto todos los sábados por la tarde y algunos días más de extra hasta bien entrado diciembre. Solo para su montaje en su nueva ubicación fueron necesarios cuatro días.

La maqueta no escatima en detalles y el espectador se pierde en ellos entre signos de admiración: Doña Sancha y su hija, caballeros de la Orden de Malta, cuerpo Real de la reina, palomas sobre los tejados, un fructífero huerto, el Palacio Prioral, la Iglesia Monacal, el claustro, ábsides y arquivoltas, monjes y hermanas trinitarias... y un toro abrevando en unas cristalinas aguas, tal y como narra la leyenda y la tradición. Según se cuenta, el emplazamiento escogido para construir el monasterio, fue una isla que se encontraba en el centro de una laguna cercana al río Alcanadre y donde aparecía la Virgen de la cercana iglesia de Sijena, la Virgen del Coro. Trasladada en repetidas ocasiones a su emplazamiento en la iglesia parroquial, esta siempre volvía a la isla, por lo que la reina Sancha, enterada del acontecimiento, ordenó levantar un monasterio en su honor en el centro de la isleta. El hallazgo de la imagen fue obra de un toro que separándose del rebaño, se acercaba una y otra vez al lugar. Por cierto, las figuras que salpican la maqueta también son nacidas de las manos de los miembros de la asociación fragatina.

En síntesis, un monasterio en miniatura que recrea la vida en torno a una joya arquitectónica aragonesa y en la que se imaginan unos bienes culturales y patrimoniales ajenos a su posterior expolio.













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