En la mesa, su sabor agridulce, así como sus aromas a frutos rojos del bosque hace que resulte un ingrediente muy a tener en cuenta en postres y dulces, además de ser una gran aliado con las carnes rojas y sus diferentes salsas.
Las frambuesas que ilustran esta entrada fueron adquiridas mientras dábamos un paseo por la hermosa localidad portuguesa de Faro. Era mediodía cuando transitábamos por el apacible casco antiguo de la localidad. Un joven anunciaba de forma sonora la venta de este agradable y sabroso fruto. El hambre todavía no había llamado a nuestros estómagos, pero al oír la palabra "framboesa", se encendieron las alarmas. Para qué decir más cuando vimos los recipientes de frambuesas y los hermosos ejemplares de este fruto que allí se exhibían. El paseo por las calles de Faro, ya de por sí grato y encantador, se tornó dulce y aromático.
Mi próximo reto en el huerto, plantar frambuesos. A ver qué pasa.
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