En la misma proporción que me gustan los mercados municipales de abastos me encantan los de flores. Afortunadamente, de momento, no soy alérgico a flor alguna, así que entre ellas me encuentro fenomenal. Sus colores, olores, belleza, variedad, disposición y todo su conjunto me atraen de forma especial. Siempre que me topo en alguna ciudad o pueblo con alguno de ellos, tras un pausado y feliz paseo, acabo diciendo lo mismo, "me las llevaría a casa todas".
Se me antojan escenarios donde nada negativo puede pasar. Es como traspasar una línea de dichosa calma y pulcritud. A diferencia de otro tipo de mercados, estos son claros y silenciosos. Los otros, no digo que su bullicio no tenga su aquel, pero estos, los de flores y plantas, me resultan tan armoniosos y bellos que solo puedo rendirme ante su presencia.
Sí, me gustan los mercados de flores y de plantas. Me relajan y hacen que me sienta bien. Me alegran la vista y en ocasiones, hasta el corazón.
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