DE ONOMATOPÉYICO MIRAR
Tilín, tilín, tilín... Acaso sea el auxilio del viento que yo no percibo. La misiva de seda que llega sin frases hirientes, sin resistencia, desvinculada de aspiraciones y sueños baldíos. Tilín, tilín, tilín... entre luces perfumadas y distraídas de un noble estío apenas aparecido sobre suaves balanceos de aguas mansas y recién acicaladas.
Acaso sea el descanso merecido de un navegar por un paisaje de límpida quietud y sonriente amanecida. Tilín, tilín, tilín... prosigue el sonido de un verso marinero de sutil caligrafía que se divisa en el cielo tras el canto rectilíneo de unos mástiles aventureros.
Perdonad que no profundice más en un son que me es ajeno. Sólo quería recordar una mañana de deseos y de mirar inquieto sin aconteceres. Un tilín, tilín, tilín... hizo el resto.
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