miércoles, 3 de diciembre de 2025

01719 De Chiripa

 POR CASUALIDAD


Fue en un viernes de una mañana otoñal, en un paseo sin norte, de los de ver, caminar, vislumbrar y admirar. Y a cada paso, en el silencioso bosque, un crujir de hojas de secas bajo encinas que despedían sus frutos imposible ya de retener.

Detuve mi caminar, me puse en cuclillas y cogí al azar dos bellotas todavía verdes. Me gusta la apariencia de este fruto. Las deposité en la palma de mi mano izquierda y las inmortalicé en una instantánea para mis cosas de andar por casa. Un divertimento como otro cualquiera. Después, las dejé caer de mi mano para confundirse en la tierra con el resto de ejemplares y seguí mi paseo sin norte disfrutando de un paraje que parecía querer abrazarme en cada paso, en cada mirada, en cada aliento.

Al llegar a casa, retomé mi deleite revisando las fotografías realizadas a lo largo de mi paseo matinal. Hay que intentar que las bellas imágenes encuentren su acomodo en la memoria, algo cada día más complejo. Al llegar a las bellotas, algo me llamó poderosamente la atención, y que en su momento me pasó totalmente desapercibido. Una de los frutos sostenía dos minúsculas gotas de agua, dos pequeñas lágrimas de rocío. Observé la imagen detenidamente mientras a mi cabeza acudían algunas reflexiones; lo inadvertidas que nos pasan las cosas insignificantes, hasta el punto de ser incapaces de ver toda su grandeza... o que muchas de las cosas que nos pasan suceden por casualidad o porque la suerte nos ha sido favorable. Vamos, lo que viene siendo de chiripa. Y comencé a pensar, ya puestos a seguir entreteniéndome, en la cantidad de cosas y situaciones que me han sucedido y en las que la suerte oportuna o una casualidad feliz han tenido su protagonismo. Ha sido curioso el resultado, al igual que las dos bellotas con sus dos gotas de rocío.






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