DE HUMILDAD HABLAMOS
Quiero despedir el día con sabores de toda la vida, sin trampa ni cartón. Sin aderezos ni artificios innecesarios que desvirtúen la esencia de lo que son. Con un sabor que me lleve a cocina vieja y olor a cocina a la hora de la cena sobre un hule de plástico floreado. No quiero más. Es más que suficiente para acabar una jornada de forma redonda y feliz.
Y todo esto para decir que me encantan los huevos fritos con pimientos verdes italianos, también fritos. Me parece todo un lujo. Pues nada, dicho y escrito está.
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